Entrevista realizada en septiembre de 2009 con motivo del año sacerdotal. Víctor González Fernández es un sacerdote español, del Instituto Secular Servi Trinitatis, que trabaja en la parroquia Santos Inocentes, situada al sudoeste de Madrid.
RESUMEN DE LA ENTREVISTA
Figura humana, cristiana y sacerdotal del P.Víctor…
El P.Víctor González Fernández ha trabajado desde 1998, primero como vicario parroquial en la Parroquia Nuestra Señora de Itatí de Banfield y después como párroco, hasta 2006.
Labor sacerdotal que desempeña actualmente en Madrid
“Estoy como adscrito a la Parroquia Santos Inocentes. Está el párroco, que es el que lleva la labor principal de pastoreo, de dirección de una parroquia; el vicario que es como el colaborador inmediato y pegado al párroco, y luego la figura del adscrito… Viene a ser un sacerdote que apoya, pero que normalmente tienen otras tareas y que se tiene que desdoblar entre una colaboración no absoluta, ni a tiempo completo en una parroquia, con otras responsabilidades... La otra tarea son los estudios y… ¿en qué se traduce lo que hace un adscrito? Yo concretamente me encargo de los chavales de poscomunión en la parroquia… Es una etapa difícil porque muchos al terminar la comunión se desenganchan de la vida de la Iglesia, de la vida sacramental…También tengo que atender un grupo de matrimonios en la parroquia. Sorprendentemente para los que me conocen soy el director de un coro…Les enseño algunas pautas litúrgicas y la cosa va encaminada, luego hay una chica que entiende un montón a nivel de música y nos vamos apañando… Me han escuchado cantar, porque donde voy teniendo mis aventuras musicales es en la residencia de ancianitos, que el capellán es el Padre Rafael… Después cubrir horarios de confesiones, celebraciones de misas y actividades en el fin de semana, los ejercicios espirituales que tenemos una vez al año, convivencias con jóvenes, con varones… Está ahí la labor ministerial sacerdotal, que fundamentalmente la dedico en el fin de semana, porque durante la semana estoy con los estudios. Es el deseo de mi director general, el Padre Gratiniano, que estudie derecho canónico y también la carrera de Derecho que…, con 18 años lo había empezado, pero con el seminario, luego la vida sacerdotal, el ministerio, lo había dejado a la mitad. Cuando vuelvo de las misiones me pide que termine la carrera de derecho civil y la carrera de derecho canónico… Las mañanas las dedico íntegramente a estar en clases tanto de una facultad estatal, de derecho, como una facultad eclesiástica, el derecho canónico”.
La formación sacerdotal: un aporte esencial para la Iglesia
“Es como una posibilidad concreta y práctica de después desplegar lo que uno ha estado interiorizando mediante los estudios… En el derecho canónico, además de dedicarse a la enseñanza…, muchas veces los canonistas tienen una labor muy silenciosa, muy callada a nivel de asesoría de una institución, de un obispado, causas matrimoniales, la formación de unos estatutos, de una institución, de una asociación de fieles, pública, privada, donde la vida de la Iglesia no sería operativa y no podría caminar si no estuviera la labor silenciosa… La gente a lo mejor no se imagina hasta donde pueden descender los aspectos del derecho canónico, de la teología, de los estudios… Se hace en la vida aquí en la tierra imprescindible, sino sería imposible”.
El llamado de Dios al sacerdocio
“En el año 90, 91 empecé la carrera de Derecho, cuando tenía 18 años. y entonces yo estaba metido ahí en el mundo de los estudios con mis amigos, el mundo del deporte en una vida sana, también colaborando en una parroquia como catequista…Cuando estaba estudiando, por entonces tenía casi nada de vida de oración… Un sacerdote con el que me confesaba, me animaba a la lectura de los evangelios todos los días un ratito… Por las noches… leía un poco, reflexionaba y a dormir. Pero no tenía una vida de oración en serio… Estaba estudiando derecho romano, derecho político y me venía a la cabeza el pensamiento, pero que no nacía de mí, me daba cuenta que venía de fuera: ser sacerdote…Era pensar en ser sacerdote y me ponía enfermo… porque yo tenía mis planes… En el fondo me había forjado mi propio futuro, mi propio mundo... Entonces pensar en el sacerdocio era algo insoportable. Lo sacaba en seguida de la cabeza pero me venía con insistencia… Dios se sirvió de la enfermedad de mi padre, de su muerte para pensar sobre la eternidad… Yo lo trasladaba a mí: `yo también me presentaré delante de Dios y qué le voy a presentar: ¿he cumplido sus planes? ¿Los planes que Él tenía para mi, sus proyectos sobre mi? ¿Qué es lo que Dios desea para mí? Recuerdo que… tenía la idea de acompañar a mi padre a su pueblo porque iba a ser la última semana santa que estuviera en su pueblo… Se agarra con la enfermedad y no puede ir. Al final entro en unos ejercicios espirituales de 3 días… Después de una charla me fui al sagrario, a la capilla y le hice a Dios un ofrecimiento de mi vida. Por una parte, tocado por el estado de sufrimiento de mi padre, a la luz de la eternidad, que era lo que Dios quería para mí… Luego vino el encuentro con Cristo en la Eucaristía, en el Sagrario me ofrecí al Señor: `Señor, aquí estoy. Quiero cumplir tu voluntad. Me cuesta muchísimo ser sacerdote. Lo que Tú me pidas` y yo le decía al Señor aunque sea ser sacerdote, que me acuerdo me empezaban a temblar las piernas…. `De momento déjame terminar este curso de Derecho, a ver qué pasa con mi padre`, ya le empezaba a dar largas a Dios. Como que si me quería llamar, pero que me llamara más tarde. Vuelvo a casa y… volví un poco a la rutina de entonces. Recuerdo un momento en que el Señor me tocó el corazón… Él me hizo entender claramente su voluntad. Aquellas palabras del Evangelio: el que deje todo por mi, padre madre, la hacienda, la pesca, hermanos, hermanas, le daré en esta vida el ciento por uno y después la vida eterna. Algo así, sin palabras, interiormente y que el Señor se comprometía a hacerme feliz. Él iba a ser mi felicidad y que me quería en este camino, en una vida sacerdotal. Luego ya expuse toda mi situación, los ejercicios, todo lo que yo estaba viendo a un sacerdote muy bueno, extraordinario, y ahí empecé los primeros pasos. Después este primer momento inicial de vocación, de encuentro con Dios se fue afianzando con la ayuda de Dios y de la Virgen poco a poco”.
La vocación sacerdotal en el Instituto Secular Servi Trinitatis
“Yo conocía… Servi Trinitatis, los Siervos de la Santísima Trinidad, porque había participado en un cursillo de formación, de conocimiento, donde se trataron diferentes temas y donde también empezó una introducción a lo que es una vida de consagración de un instituto secular y concretamente de los Siervos de la Santísima Trinidad. Lo conocía un poquito, teóricamente. Después, al vivir… ver sobre todo la vida de este grupo de sacerdotes, una vida entregada a Dios, a las almas, cuidando mucho la vida de oración, la espiritualidad, la fidelidad a la Iglesia, al Santo Padre, la devoción mariana, la devoción eucarística, ver su estilo de vida, una vida también muy apostólica dedicada a los fieles, concretamente a la juventud, de este grupo de jóvenes que por entonces yo conocía y que son ahora grandes amigos en el instituto, me llamaba la atención, me edificaba. Era para mi un ejemplo, un estímulo: sí, yo quiero pertenecer a esta familia donde estos sacerdotes ejemplares se entregan a Dios y viven su relación con Dios… con esta alegría impresionante que ellos tienen y al mismo tiempo dedicados a la Iglesia y a las almas, a la gente. Ahí hablé con el P.Gratti, que era y sigue siendo el Director General del Instituto. Ahí di mis primeros pasos…”
12 años de sacerdote. Consejos para los jóvenes
“Parafraseando y repitiendo el mensaje del Papa Juan Pablo II: `no tengan miedo a ser santos, no tengan miedo a escuchar en el corazón la voz de Dios`…, porque los planes y los proyectos que nosotros nos podamos forjar nos pueden parecer bonitos, pero se quedan por el suelo cuando uno conoce a su corazón… va viviendo los auténticos proyectos que Dios tiene.... Cómo Él supera por inmenso las pobres expectativas y los pobres sueños que nos podemos forjar… Dios siempre nos da muchísimo más… Hay que ser valientes… como dice Juan Pablo II, Benedicto XVI es una auténtica aventura…, es una vida fascinante entregarla totalmente a Dios, a la Iglesia, a las personas, buscando el fin más alto. Glorificar a Dios, servir a la Iglesia y procurar la salvación de los hombres es lo más grande. Merece la pena empeñar todo con una valentía extraordinaria teniendo los oídos del corazón bien atentos para que si el Señor… quiere llamar a tantísimos jóvenes pueda decir: `Sí, cuento contigo, ven y sígueme`. Para eso hay que poner los medios: cuidar la vida de oración en serio, de lectura espiritual, de encuentro con Cristo en la Eucaristía, de meditación de la Palabra de Dios, la devoción mariana, la vida sacramental: Eucaristía, confesión. Ayuda mucho la dirección espiritual, en la que una persona abre su corazón con confianza a un sacerdote… bien preparado en este ministerio…, donde pueda ser para nosotros instrumento, intermediario para que conozcamos esos planes de Dios para nuestra vida... Lo que decía Jesús en el Evangelio: `el ciento por uno en esta vida y después la vida eterna`, y que Jesús nos dice `Yo estaré con vosotros. Yo estoy a tu lado. Yo siempre estoy contigo`. Así que no hay nada que temer”.
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