23 may 2010

¿Cómo limpiar la Iglesia?



OPINIÓN. P. Roberto Visier. Naturalmente no les quiero hablar del producto más eficaz para limpiar el suelo de la parroquia o las ventanas de la sacristía. Me estoy refiriendo a la comunidad de los bautizados, a la Santa Iglesia de Dios, formada por pecadores. Son bien conocidas las palabras del cardenal Ratzinger cuando compuso las meditaciones para el Via Crucis del Viernes Santo en el Coliseo de Roma antes de ser Papa. Dijo: “hay mucha suciedad que limpiar en la Iglesia”.

Y verdaderamente lo está haciendo ahora que ha tomado el timón de la Barca que Jesús encomendó a San Pedro. El Espíritu Santo sabe lo que hace cuando nos ha dado a un Papa sabio y firme, un servidor y defensor de la verdad cueste lo que cueste, aunque el precio sea reconocer las terribles heridas que los propios hijos de la Iglesia han infligido a su madre. Ya había pedido valientemente perdón Juan Pablo II por los pecados del pasado, ahora lo hace Benedicto XVI por los del presente. Eso se llama valor, coherencia, responsabilidad, honestidad a prueba de bomba. Eso es lo primero que hay que hacer para realizar una buena limpieza: lavantar las alfombras, mover los muebles, buscar en los rincones oscuros, sacar a la luz toda suciedad y eliminarla, de modo que podamos presentar a Dios “una Iglesia sin mancha, ni arruga, ni nada semejante, sino santa e inmaculada” (Ef. 5,27).

Para nosotros esto es imposible. Siempre tendremos arrugas y manchas, pero procuremos lavar con frecuencia y planchar la blanca vestidura de nuestro bautismo. Para eso tenemos la oración y los sacramentos, para dejarle a Dios hacer su obra de purificación. Y éste es el segundo modo de limpiar la Iglesia. Volver a las raíces, recuperar la espiritualidad adormecida, llorar lágrimas de sangre por los pecados propios y ajenos y suplicar la gracia para perseverar en la santidad de vida. Expulsar la mentalidad anticristiana de nuestras comunidades, sin acomodarse a este mundo (cfr. Rom. 12,2), en el mundo pero sin ser del maligno (Cfr. Jn. 17,15). Porque esto es lo que ha traído tanto mal a la Iglesia: abandonar la oración y abrir las puertas al mundo, no para conquistarlo para Cristo sino para dejarse conquistar por el vicio del mundo. Cortemos esta raíz perversa y la mala hierba morirá.

P. Roberto Visier.
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2 comentarios:

  1. Por eso han atacado al Papa con las últimas calumnias que ya están, gracias a Dios, aclaradas (aunque habrá gente a la que no le llegue la aclaración, como suele ocurrir con las calumnias). Lo han atacado porque ha enfrentado DE VERDAD al mal.

    Sí, enfrentar al mal DE VERDAD, suele traer consecuencias humanamente negativas. Quizás por eso no se hace, y entonces el mal sigue extendiéndose.

    Benedicto XVI es un ejemplo para todos los obispos del mundo y un estímulo para nosotros; para no tener miedo de enfrentar el mal, con la prudencia sobrenatural, necesaria siempre.

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  2. De Katiuska Mijares:
    Que Dios lo Siga Bendiciendo en todos sus caminos y proyectos que son sin duda los caminos y proyectos que Nuestro Señor jesucristo en su Misericordia Infinita tiene para usted. En efecto, si la Iglesia la Formamos los cristianos que hacemos vida en Jesus, no puede existir mal que aceptemos que dañe y perjudique a los hijos de Dios. La verdad es dificil de enfrentarla en este mundo pero finalmente debemos elegir si somos hijos de Dios, somos hijos de la Luz, y en la luz no puede existir oscuridad ni mentiras pues al aceptarlas ¿De quien somos Hijos?. Que Dios lo Colme de Bendiciones Ahora y por Siempre.

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