En el programa de VenL emitido el miércoles 27 de abril de 2011, entrevistamos a Paloma Gómez Borrero, periodista que compañó a Juan Pablo II en todos sus viajes fuera de Italia, con motivo de la próxima beatificación del pontífice.
RESUMEN DE LA ENTREVISTA
Roma se prepara a la beatificación de Juan Pablo II
“Estamos a vísperas ya de la gran beatificación… Viene cada día más gente… Puede haber un millón de personas o más… El alcalde de Roma ha puesto distintas plazas a disposición de la gente con pantallas gigantes que puedan seguir la ceremonia. Será muy bonita, muy emotiva… El sábado habrá una vigilia de oración con los jóvenes en un lugar muy bonito de Roma que es el Circo Máximo… Habrá conexiones con 5 santuarios de los 5 continentes, de manera que estén los jóvenes en esos lugares unidos a Roma. Luego se dejarán abiertas iglesias toda la noche para que sea una noche blanca de alegría, de oración, de cantos, y el que quiera se podrá quedar en las iglesias, a través de las pantallas seguir el domingo por la mañana la ceremonia de beatificación”.
Circo Máximo.
Acompañando a Juan Pablo II en los 104 viajes de su pontificado
“Sorpresa de ser santo no la tengo porque conociéndole y siguiéndole a través de los 27 años y medio del pontificado, acompañándole en sus 104 viajes tú veías que estabas ante un santo. Ahora será oficialmente santo. Será bonito, porque ese grito que se alzó en la plaza el día de los funerales: `¡santo súbito, santo ya!´ va a ser una realidad. El avión papal no era un avión del Papa… Salía siempre de Italia, y se volvía generalmente con el avión de las líneas aéreas del país que visitaba. Estaba dividido en 3 partes: la parte más cercana a los pilotos…; luego venía el séquito del Papa y por último los periodistas que le acompañábamos, que nunca éramos más de 60 personas, de todos los medios de comunicación del mundo. El Papa venía a vernos, si el viaje era largo… Al principio pasaba saludándonos uno por uno, y contestando lo que le preguntábamos. Era una rueda de prensa, estábamos todos en torno al Papa... Podría recordar cuando fue a Colombia, al lugar donde desapareció el pueblo de Armero, bajo la lava del volcán. Allí había tanta tristeza, tanto dolor encerrado y me acuerdo que el Papa se arrodilló en el lugar donde murieron tantas personas y estuvo rezando mucho tiempo. Luego en el avión le pregunté '¿Santidad, en Armero ha llorado?' Me contestó, 'sí, he llorado, pero he llorado con el corazón…' Otras veces, nos reíamos porque cuando ya estaba con la salud bastante precaria, un día le preguntamos en el avión: `¿Santidad, cómo se encuentra?´ Se echó a reír y dijo: `yo la verdad para saber cómo me encuentro leo los periódicos´”.
Armero (Colombia) en 1986.
Oración de Juan Pablo II
“Me llamaba la atención la capacidad de concentrarse de tal manera que tú veías que estaba rezando, que estaba hablando con Dios… Después de jornadas de una actividad tremenda, cansadísimas, agotadoras… el Papa nunca se iba a la cama si antes no estaba mucho tiempo en la capilla donde residía… Se quedaba casi una hora rezando solo delante del Santísimo. Luego, muchas veces, cuando parecía que estaba escuchando un discurso muy imponente, de un embajador, o de un presidente… le veíais que estaba como muy escuchándole, pero en realidad estaba pasando las cuentas del Rosario”.
Pedido por la paz en Argentina"Me acuerdo cuando fue a pedir la paz en la guerra de las Malvinas. Había ido a Inglaterra antes… A Buenos Aires, cuando estaba en la misa en el parque de Palermo… diciéndole a los jóvenes de Inglaterra y de Argentina que junten las manos y formen una especie de cadena de paz y acaben con los conflictos de la guerra, la violencia. Y mientras estaba diciendo este mensaje, dieron la noticia de que estaba teniendo lugar el último combate más sangriento en las guerras Malvinas. Cuando volvíamos otra vez a Roma después de aquellas 25, 22 horas de vuelo, solo para pedir la paz, le dijo un compañero del Corriere della Sera: '¿Santidad no ha sido como ir a predicar en el desierto. Ir a pedir la paz a un lado y a otro y terminar en guerra?' Y el Papa dijo: 'Para que no haya un desierto se necesita siempre una voz y esa voz será, aunque sólo sea una será…'”
Buenos Aires en 1982.
Juan Pablo II y los jóvenes
“Tenía un carisma especial, una sintonía enorme con la gente joven. A veces decía, y lo sabía él perfectamente, 'os gusta más el cantor que lo que canta'. Cantaba con ellos, algunas veces… se tomaban todos de la mano y el Papa también… Siempre dijo a los jóvenes que creía en ellos, que eran sus preferidos, pero que no tuvieran miedo, que abrieran las puertas de par en par a Cristo”.
Papel decisivo en la caída del muro de Berlín en 1989
“El mismo Mijaíl Gorbachov, presidente de la Unión Soviética, reconoció que la influencia del Papa para la caída del muro de Berlín había sido decisiva. La historia lo reconoce. El muro se cae gracias desde luego al Papa, pero el Papa había influido en el sindicato Solidaridad de Lech Valesa… De ahí empieza a tambalearse ese sindicato que quiere ser libre, pero que no empuña las armas sino que está rezando… con la Virgen de Czestochowa. Y al final fue como una corriente eléctrica que fue pasando por todos los países de la Unión Soviética, como un castillo de papel que se cae… se derrumba”.
Los últimos días de Juan Pablo II“Tenía un carisma especial, una sintonía enorme con la gente joven. A veces decía, y lo sabía él perfectamente, 'os gusta más el cantor que lo que canta'. Cantaba con ellos, algunas veces… se tomaban todos de la mano y el Papa también… Siempre dijo a los jóvenes que creía en ellos, que eran sus preferidos, pero que no tuvieran miedo, que abrieran las puertas de par en par a Cristo”.
Papel decisivo en la caída del muro de Berlín en 1989
“El mismo Mijaíl Gorbachov, presidente de la Unión Soviética, reconoció que la influencia del Papa para la caída del muro de Berlín había sido decisiva. La historia lo reconoce. El muro se cae gracias desde luego al Papa, pero el Papa había influido en el sindicato Solidaridad de Lech Valesa… De ahí empieza a tambalearse ese sindicato que quiere ser libre, pero que no empuña las armas sino que está rezando… con la Virgen de Czestochowa. Y al final fue como una corriente eléctrica que fue pasando por todos los países de la Unión Soviética, como un castillo de papel que se cae… se derrumba”.
“El Papa nos enseñó a vivir, a creer, a tener esperanza, pero nos enseñó también a morir, porque tuvo que sufrir tantísimo. Hubo que incluso físicamente verle la gente, cómo se deterioraba, como no podía casi ni hablar, no se podía mover, pero él seguía llevando el timón de la Iglesia, y diciendo que la enfermedad y la vejez no son una humillación y dio tanto ánimo a gente enferma… Les enseñó a morir. Nos predicó un evangelio del dolor”.
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