16 abr 2011

Bendito el que viene en nombre del Señor



COMENTARIOS A LAS LECTURAS DOMINICALES
P. Mario Ortega.Centramos hoy nuestra reflexión en el pasaje de la solemne entrada de Jesús en Jerusalén que se proclama al inicio de la Misa de hoy, Domingo de Ramos. De las demás lecturas que completan la liturgia de la Palabra, centradas en la Pasión, tendremos ocasión de referirnos a ellas a lo largo de la semana.

El Papa Benedicto XVI, en su reciente libro “Jesús de Nazaret”, nos hace una preciosa síntesis del significado profundo de la aclamación mesiánica de Cristo, montado en un borrico, bajo la agitación de ramos y sobre los mantos extendidos a su paso. A ella me remito y de ella subrayo los puntos principales. Jesús sube a Jerusalén. Es una auténtica subida geográfica; de los 200 mts. bajo el nivel del mar en los que se sitúa el Lago de Galilea hasta los 760 en los que se asienta la Ciudad de David.

Una subida que se corresponde con una ascensión espiritual, interior, ya que se acerca la hora de la entrega y de la muerte redentora de Jesús. Con él suben los discípulos; y esta compañía en la ascensión para celebrar la Pascua, es también una participación en el “amor hasta el extremo” (Jn 13, 1). Había ido creciendo la expectación mesiánica en torno al Nazareno. El ciego curado previamente por Él, le había llamado por el nombre de “Hijo de David” y los mismos preparativos de buscar el borrico para que sobre este animal entre Jesús en Jerusalén no eran sino el claro cumplimiento de las profecías: Gen 49, 11 y, sobre todo, Zac 9, 9: "Decid a la hija de Sión: 'Mira a tu rey, que viene a ti, humilde, montado en un asno, en un pollino, hijo de acémila'."

Es decir, que Jesús reivindica el derecho regio. Él es el Rey Mesías esperado, aunque manifestado de forma humilde, sobre un asno, apoyando su realeza y poder en la pobreza, excluyendo así cualquier otra interpretación. Dios se manifiesta en la humildad. Y los humildes así lo reconocen. Lo aclaman con esperanza y alegría: “¡Hosanna!”, que significa originariamente “¡Ayúdanos!”. Lo aclaman, sobre todo, los niños, cumpliéndose así lo escrito en el salmo 8: “De la boca de los niños y de los que aún maman has sacado una alabanza”. Es más, Jesús – enseña Benedicto XVI – “se identifica con el niño, Él mismo se ha hecho pequeño”.

La primitiva Iglesia supo descubrir, en la venida actual y sacramental de Cristo en la Eucaristía, lo acaecido aquel día en Jerusalén. Entonces fue a lomos de un asno, hoy y siempre, hasta que vuelva revestido de gloria, en el Sacramento de la Eucaristía, bajo la humilde apariencia del pan y del vino. Por ello, dirige la Iglesia al Salvador que viene la misma aclamación, las mismas palabras del primer Domingo de Ramos, justo antes de la Consagración: “Bendito el que viene en nombre del Señor, ¡Hosanna en el Cielo!”.

P. Mario Ortega



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