30 mar 2012

ESPIRITUALIDAD CATÓLICA. En Cuaresma, Jesús nos lleva al desierto. VI


P. Rafael Pérez. En su encíclica Dios es Amor, el Santo Padre relata la reacción de Dios ante la traición de su Pueblo: "Si somos infieles, Dios permanece fiel"

“Israel ha cometido «adulterio», ha roto la Alianza; Dios debería juzgarlo y repudiarlo. Pero precisamente en esto se revela que Dios es Dios y no hombre: «¿Cómo voy a dejarte, Efraím, cómo entregarte, Israel?... Se me revuelve el corazón, se me conmueven las entrañas. No cederé al ardor de mi cólera, no volveré a destruir a Efraím; que yo soy Dios y no hombre, santo en medio de ti » (Os 11, 8-9). El amor apasionado de Dios por su pueblo, por el hombre, es a la vez un amor que perdona. Un amor tan grande que pone a Dios contra sí mismo, su amor contra su justicia. El cristiano ve perfilarse ya en esto, veladamente, el misterio de la Cruz: Dios ama tanto al hombre que, haciéndose hombre él mismo, lo acompaña incluso en la muerte y, de este modo, reconcilia la justicia y el amor”. (Benedicto XVI, encíclica “Dios es Amor” nº 10).

La primera Alianza, la que fue destruida por los hombres, se selló con la sangre de los animales. En el Nuevo Testamento, Dios va a sellar una Nueva Alianza de Amor. Y lo hará en la última cena, pero ahora se sellará con su propia sangre. Por eso esa Alianza será indestructible; irrevocable:

«Bebed de ella todos, porque ésta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos para perdón de los pecados” (Mt 26, 27-28).

¿Valoramos y vivimos la eucaristía, no sólo la dominical, sino la diaria cuando nos es posible? ¿Es para nosotros la Eucaristía de cada día una renovación de nuestra Alianza de Amor con Dios y con nuestros hermanos?...

Desierto, lugar de encuentro con Dios

El desierto, lugar inhóspito, es el escenario que Dios va a elegir para manifestar su amor providente a su Pueblo. El Pueblo no camina sólo, sino que Dios le acompaña y provee para sus necesidades.

Esa providencia de Dios se expresa en el maná: ese pan venido del cielo. Por eso, el desierto, es también lugar de encuentro con Dios.

“Dios dijo a Moisés: «Mira, haré llover pan del cielo para vosotros; el pueblo saldrá cada día a recoger la ración cotidiana;… por la mañana había una capa de rocío en torno al campamento. Cuando se evaporó la capa de rocío apareció en la superficie del desierto una cosa menuda, como granos, parecida a la escarcha sobre la tierra.Moisés les dijo: «Éste es el pan que Dios os da de comer”. (Cfr. Ex 16, 4-35)

Continuará...

P. Rafael Pérez.
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