Archivo. Entrevista realizada en septiembre de 2009 con motivo del año sacerdotal. Rafael Pérez Huete es un sacerdote español, del Instituto Secular Servi Trinitatis, párroco de Santos Inocentes, parroquia situada al sudoeste de Madrid.
RESUMEN DE LA ENTREVISTA
Labor sacerdotal actual en la Parroquia Santos Inocentes de Madrid
“La labor está muy en relación con la población que más abunda en este barrio..., de las afueras de Madrid que hace un par de décadas era zona industrial, pero se ha convertido en un barrio residencial, donde vienen matrimonios recién constituidos... El objetivo prioritario es tratar a los matrimonios, de ganarlos para la vida de la parroquia. Luego a esos niños tal como empiezan a ir subiendo, acompañarlos en todos los sentidos, tanto ofrecerles un ambiente de sano entretenimiento para que se sientan atraídos a la vida de la parroquia, como ayudarles a dar los primeros pasos en la fe, que incluso este año se han convertido también en una iniciativa pionera...: Despertar religioso, con niños de 6 años en adelante... Tenemos varios grupos de matrimonios que, con el nombre de Cultura de la Vida, intentamos precisamente generar ese amor a la vida, esa defensa de la vida y esos sanos valores humanos y cristianos que tiene que constituir la vida de un matrimonio para fundar un hogar sano, desde el punto de vista humano y sobrenatural. Junto con Cultura de la Vida, con los niños hacemos multiplicidad de tareas… desde talleres infantiles donde los niños aprenden el dibujo, la papiroflexia, a tocar la guitarra, a jugar al ajedrez. Tenemos también actividades de fin de semana, de tipo deportivo y lúdico al aire libre; equipo de fútbol que juega en la liga del ayuntamiento, algunos consiguiendo notables trofeos que ya tenemos en la parroquia...; grupo de liturgia que se encarga de preparar la celebración litúrgica cada domingo; grupos de adultos para iniciarse en la fe aquellos que les falta todavía algún sacramento: iniciación cristiana de adultos, para el bautismo, la Confirmación y la Eucaristía, o adultos ya confirmados que quieren seguir profundizando en su fe y continúan con catequesis de adultos... Tenemos una revista parroquial con la cual intentamos darnos a conocer a todo el barrio… Es un búnker inexpugnable cada bloque de viviendas, todo lleno de rejas, de porteros automáticos... A un sacerdote en estas condiciones le es poco menos que imposible llegar a los fieles... Por eso surgió la idea de la revista parroquial, que al menos un mensaje concreto pudiera llegar a todos los buzones... esa pequeña llamada de Dios que les recuerda cuál es su parroquia...: “Tu parroquia” y Cristo que les está esperando aquí. Es un pequeño consuelo ante la impotencia de ver que no llegará al 5% de la población que tenemos aquí, y por lo tanto me parece todavía muy insatisfactorio para los deseos del corazón del Señor. Pero sí que os digo con alegría que vamos a necesitar ampliar la parroquia..., pues actualmente con las pocas salas que hay no abastecen y a veces los niños se tienen que reunir a la intemperie. Así que con la oración de todos vosotros confío en que este proyecto se pueda hacer realidad”.
La devoción a la Divina Misericordia y el Sacramento del Perdón
“Me toca el nervio esa espiritualidad… Cuando yo llegue aquí a la parroquia… parece como que el Sacramento del Perdón, todavía no había una conciencia suficiente en los fieles de la importancia que tiene este sacramento para mantener una vida espiritual sana, profunda, abundante. De modo que no había un espacio prácticamente donde confesar. Había apenas unos pequeños reclinatorios al lado de los bancos donde las confesiones eran poco menos que semipúblicas... Hicimos un confesonario que es bastante original… y que tiene un aislamiento acústico perfecto, de modo que ahí quedan los secretos bien guardados: el sigilo sacramental. Y en el centro pensé que tenía que colocar una imagen que llamase al perdón, una imagen que generase en el corazón del penitente la certeza de saber que Dios está pronto a la misericordia. Puse una frase que para mí es preferida del evangelio: 'Venid a mí los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré'… Y en el centro el cuadro de la Divina Misericordia, es un Cristo que, como bien sabéis, que camina hacia ti… hacia el penitente… lo está buscando, lo está llamando, 'ven a mi' está diciendo. Y Jesús hace brotar de su pecho dos haces de luz de distintos colores, sabéis la simbología, y me centro en una palabra: luz rojo es la sangre que brotó del costado abierto de Cristo cuando el soldado Longinos lo atravesó... Es Cristo hambriento y sediento de la salvación de los hombres, mendigo del corazón de los hombres, que sale corriendo a su encuentro como el padre misericordioso... Se conmueve el corazón del padre y sale corriendo a su encuentro... El segundo golpe de imagen es cuando abre la puerta, porque al interior hay dos preciosísimas vidrieras hechas por un artista ucraniano que tiene una mano prodigiosa. Una es el buen pastor, tiene a su oveja en brazos y la mira con una expresión de alegría inmensa, indicando lo feliz que es por haberla recuperado. En el otro confesonario está el padre misericordioso estrechando entre sus brazos al hijo pródigo que viene con la ropa hecha pedazos y llora junto a él mientras lo estrecha fuertemente... Es lo que buscaba, una catequesis visual. Y creo que la obra lo consiguió. Ahora hace falta orar mucho y muchas horas sentado para que los penitentes poco a poco venzan esa prevención o ese prejuicio. Gracias a Dios, en estos 5 años puedo decir que hay misas donde no te puedes levantar a veces ni a repartir la comunión, porque no paran continuamente de acudir a la puerta del confesonario más gente... Es una alegría inmensa”.
El llamado de Dios al sacerdocio: "Mira cómo te mira Cristo desde la cruz. Él ha dado por ti su vida, ¿qué has hecho por Él tú?"
“Tendría que remontarme a mis 14 años cuando viví el primer golpe de la gracia de Dios... esa experiencia fue la muerte del único hermano que tenía... Había sufrido un derrame cerebral, y aquello fue para mi un golpazo impresionante. Yo recuerdo cuando me lo encontré tirado en la casa... El caso es que yo le planteaba a Dios una especie de desafío: 'si estás ahí y me oyes que sepas que si salvas a mi hermano yo me hago cura'... A mis 14 años, obviamente quería meter a Dios en un puño para que él cumpliere mi voluntad en ese momento, lo que más deseaba, que mi hermano pudiera recuperar la salud. Cuando murió mi hermano, por momentos la rebeldía quería asomar a mi corazón. Mi reflexión era 'si no has cumplido tu parte yo quedo libre de la mía. Ya veremos lo que decido hacer de mi vida cristiana'... Pasaron un par de años más y yo pensé 'tengo que hacer algo... que valga la pena, no solamente para mí sino que valga la pena para la vida que mi hermano no pudo vivir'... Empezaba a crecer y crecer y un entrenador de baloncesto me insistió mucho en que podía ser un jugador con ciertas cualidades. No me atraía especialmente el baloncesto pero... después de meses y años de entrenamiento no se me daba tan mal... Pensé que ese era mi objetivo: buscar la gloria humana y de algún modo brindarle a mi hermano el éxito que pudiera conseguir a través del deporte. Pero duró poco... En una revisión de cardiología me dijo el médico que no podía ser un jugador de elite... Tenía un lesión congénita, que nací con ella, que no me impedía la vida normal pero sí el deporte de competición... Veía que de todo gran proyecto que yo me había hecho no quedaba más que cenizas y entonces por momentos me atenazó el corazón el pesimismo y la desesperanza. Pero para entonces Dios ya se había encargado de darme una pista. Un joven compañero de estudios me había hablado de un grupo que se llamaba la Acción Católica... Cuando me encontré en esta situación dije 'poco me cuesta probar, voy a intentarlo'...Llegué con hambre, un ansia inmensa de buscar una razón de vivir. Cuando llegué me dijeron que había unos ejercicios espirituales, la providencia de Dios me los tenía ahí... Y dije voy... No podría expresar lo que allí me encontré... Realmente fueron días de torrentes de gracia... Vi con claridad que mi vida tenía que estar centrada en Él, incluso llegué a pensar seriamente en la posibilidad de dedicarle por completo mi vida... La frase que fue para mí el centro de reflexión en esos días...: 'Mira cómo te mira Cristo desde la cruz. Él ha dado por ti su vida, ¿qué has hecho por Él tú?'... Hubo cierto momento en aquellos ejercicios donde me vi mirado por Cristo, me vi mirado en el interior de mi alma. Experimenté el rubor, vergüenza, confusión, pero después admiración, asombro por el amor de Cristo y luego un profundo deseo de corresponder a su amor. Todo esto es pobrísimo comparado realmente con lo que la gracia de Dios hizo... Si Él ha dado la vida por mí qué demasiado poco hago si yo le doy la vida a Él …la suya que es infinitamente más valiosa que la mía”.
A los jóvenes: "Dios no es tartamudo; somos nosotros los sordos: no malgastéis vuestra juventud"
“Os diría que, siguiendo al Papa Juan Pablo II, que tenía esa fuerza vibrante, tremenda, cuando hablaba a los jóvenes, la vida o se vive con autenticidad o sino no vale la pena vivirla. Es demasiado bella para tirarla al tacho de la basura, como para consumirla inútilmente y el único modo de vivirla en plenitud es no poner límite en el amor, es darse sin medida. Os recomiendo mucho, entrad en la intimidad del corazón de Cristo a través de vuestra oración. Atreveos a mirar a Cristo a los ojos, no bajéis la mirada como hizo el joven rico y preguntadle al Señor, generosamente, sinceramente: ¿qué quieres Señor de mí, cuál es tu voluntad para mí? A mí me gusta decir que Dios no es tartamudo, que somos nosotros los sordos... Entrad en el corazón de Cristo con una oración…sincera, esforzada, diaria, comprometida y si no sabéis como hacerla acercaos a un sacerdote... mientras no tienes esa profunda vida de oración no tienes la certeza de saber si estás en el camino adecuado... Triste sería en tu lecho de muerte darte cuenta de que tu vida no ha servido para nada. Ahora estáis a tiempo queridos jóvenes: no malgastéis vuestra juventud, entregádsela a Cristo porque Él es el mejor pagador. Él no se deja ganar en generosidad... Él es el que puede multiplicar por mil la ofrenda que vosotros le hagáis. Él es el que puede haceros plenamente felices, auténticamente felices”.
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