OPINIÓN
P. Roberto Visier. Una vez dijo Albert Einstein que es más fácil romper un átomo que un prejuicio. Y tenía razón. El ser humano se agarra a sus propias convicciones con uñas y dientes. En cierto sentido es normal, quiero decir que es muy humano. Todos poseemos ese deseo innato de encontrar la verdad y de vivir en ella, así que acabamos convenciéndonos de que nuestro modo de pensar y de vivir es verdadero, porque sería muy duro reconocer que vivimos voluntariamente en el error, que nos engañamos o que deseamos engañar a los demás.