OPINIÓN. Gorrión. Mañana celebraremos la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús. Por eso, hoy quiero hacer una reflexión que ayude para prepararnos a una fiesta tan importante. Quiero hablar de algo que creo entendemos al revés; algo que juzgamos como bueno y es todo lo contrario. Porque a veces nos alegramos con cosas que, sin embargo, afligen, y mucho, al Señor.
Discurso memorable el de San Pablo en Atenas, cuando les dice a los atenienses que viene para hablarles de ese Dios que adoran sin conocer. Los atenienses eran politeístas, tenían muchos dioses (dioses para todo; todos falsos, por supuesto). Y entre ellos, tenían una estatua que representaba al “dios desconocido”. Entonces San Pablo les dice: “de ese dios que ustedes adoran, y que no conocen, es del que les vengo a hablar yo”. Y ese “dios desconocido” fue para San Pablo un enganche por donde poder comenzar a hablar del Dios verdadero a personas que estaban muy lejos de la verdad.
Ahora bien. Esto que hizo San Pablo no se debe confundir con otra cosa que es muy común aceptar hoy entre los católicos como algo bueno: felicitarnos cuando escuchamos expresiones del tipo: “Yo creo que algo hay, unos lo llaman Dios, otros lo llaman Alá, otros energía… eso es igual, el caso es que ALGO hay”.
Con respecto a este tipo de expresiones, es preciso distinguir. Porque habrá casos de personas sin instrucción, sin catecismo, que nadie las ha educado, para las que pensar así pueda ser un signo de la presencia de Dios. Personas que, a pesar de su ignorancia religiosa, de su falta de instrucción, descubren con su propia lógica que “algo tiene que haber”, y esto es algo positivo y bueno para poder enganchar con la Revelación de Jesús, como hizo San Pablo.
Ahora, cuando escuchamos hablar así a personas que fueron bautizadas, que hicieron el catecismo, que han crecido en el seno de una familia católica, que saben quién es Jesucristo… escucharlos decir: “algo hay: Alá, energía…”. No creo que la respuesta a esto deba ser aplaudirlo como si fuera algo positivo porque, sencillamente, es todo lo contrario. Es algo muy lamentable. ¿Cuántas veces hicieron estas personas el pesebre para recordar que Jesús nació en Belén? ¿Y el crucifijo que nos recuerda que Jesús fue crucificado para pagar por nuestros pecados?
“Algo hay”. ¿De manera que es indiferente que Dios se haya hecho hombre? ¿Es intrascendente que haya muerto en una cruz, que haya nacido pobre, que haya vivido 30 años trabajando como carpintero? Total es igual… ¡¡¡Por el amor de Dios!!! ¡Qué barbaridad! Cómo tiene que afligir eso al Corazón de Jesús!
Gorrión.
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Discurso memorable el de San Pablo en Atenas, cuando les dice a los atenienses que viene para hablarles de ese Dios que adoran sin conocer. Los atenienses eran politeístas, tenían muchos dioses (dioses para todo; todos falsos, por supuesto). Y entre ellos, tenían una estatua que representaba al “dios desconocido”. Entonces San Pablo les dice: “de ese dios que ustedes adoran, y que no conocen, es del que les vengo a hablar yo”. Y ese “dios desconocido” fue para San Pablo un enganche por donde poder comenzar a hablar del Dios verdadero a personas que estaban muy lejos de la verdad.
Ahora bien. Esto que hizo San Pablo no se debe confundir con otra cosa que es muy común aceptar hoy entre los católicos como algo bueno: felicitarnos cuando escuchamos expresiones del tipo: “Yo creo que algo hay, unos lo llaman Dios, otros lo llaman Alá, otros energía… eso es igual, el caso es que ALGO hay”.
Con respecto a este tipo de expresiones, es preciso distinguir. Porque habrá casos de personas sin instrucción, sin catecismo, que nadie las ha educado, para las que pensar así pueda ser un signo de la presencia de Dios. Personas que, a pesar de su ignorancia religiosa, de su falta de instrucción, descubren con su propia lógica que “algo tiene que haber”, y esto es algo positivo y bueno para poder enganchar con la Revelación de Jesús, como hizo San Pablo.
Ahora, cuando escuchamos hablar así a personas que fueron bautizadas, que hicieron el catecismo, que han crecido en el seno de una familia católica, que saben quién es Jesucristo… escucharlos decir: “algo hay: Alá, energía…”. No creo que la respuesta a esto deba ser aplaudirlo como si fuera algo positivo porque, sencillamente, es todo lo contrario. Es algo muy lamentable. ¿Cuántas veces hicieron estas personas el pesebre para recordar que Jesús nació en Belén? ¿Y el crucifijo que nos recuerda que Jesús fue crucificado para pagar por nuestros pecados?
“Algo hay”. ¿De manera que es indiferente que Dios se haya hecho hombre? ¿Es intrascendente que haya muerto en una cruz, que haya nacido pobre, que haya vivido 30 años trabajando como carpintero? Total es igual… ¡¡¡Por el amor de Dios!!! ¡Qué barbaridad! Cómo tiene que afligir eso al Corazón de Jesús!
Gorrión.
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