20 nov 2010

Él es Rey, ¿es tu Rey?


COMENTARIOS A LAS LECTURAS DOMINICALES
P. Mario Ortega. Celebramos la Solemnidad con la que concluye el año litúrgico, celebramos a Jesucristo como Rey del Universo. Igual que en un espectáculo de fuegos artificiales se suceden diferentes cohetes de muy diverso color y forma, así, a lo largo del año litúrgico, las diferentes fiestas en honor del Señor, la Virgen María y los santos, conforman un precioso y espectacular colorido. Y como sucede en el ejemplo referido, reservando el cohete final, el más sonoro, el que llena con sus rayos de luz todo el cielo nocturno, así la liturgia la Solemnidad de Cristo Rey del Universo es la explosión de la victoria redentora, la imagen del Pantocrátor que lo llena todo. Porque todo lo ha restaurado el que está sentado a la derecha del Padre, con su muerte y resurrección. Jesucristo es Rey de toda la creación, no sólo por ser el Creador, sino también y más prodigiosamente, por ser el Redentor victorioso y definitivo.

Sin embargo, ya sabemos cuál fue el trono de gloria del Divino Salvador. El Evangelio nos presenta la escena de la crucifixión y las palabras de los circunstantes sobre la acción sacrificial de Jesús. En primer lugar, la pregunta que se hacen las autoridades judías muestra la perplejidad de quienes le han visto realizar milagros. Ahora no lo hace, ¿por qué?. Por su parte, los soldados no peguntan; se burlan y le increpan pues, para ellos, el poder y la fortaleza sirven sólo si son para el propio beneficio. A ellos se une la actitud desafiante de uno de los crucificados con Él. Quiere el presunto poder de Quien está sufriendo con él, quiere un poder que le libre, pero no quiere un perdón que le salve.

Son todas ellas palabras ofensivas dirigidas al Señor pero fijémonos que ninguno de ellos niega rotundamente su realeza. Es curioso: todos ellos comienzan por un condicional o un por qué. A nuestro mundo le pasa también lo mismo: quiere afirmarse desde su debilidad, desde la impotencia de no encontrar el sentido de una vida, teniendo la sensación – la sospecha, al menos – de que tiene el Camino, la Verdad y la Vida ante sus ojos. Creo, sinceramente, que muchos están continuamente "tentados" de creer. ¿Qué se lo impide?

Pues que no se quiere reconocer un Rey así. Sería renunciar al deseo de reinar nosotros. De ahí las burlas que recibió el Señor y las que sigue recibiendo su Iglesia en la televisión, en el cine.. ¿Quién reconoce la realeza de Cristo cuando está crucificado, sufriendo? El mundo también está sufriendo ¿Quién reconoce la presencia de Cristo en el mundo? Sin embargo, Cristo está ahí, presente. Yo estaré con vosotros, todos los días, hasta el fin del mundo. Y está como Rey, como Señor, como dueño de la vida y de la muerte.

Mi Reino no es de este mundo... el que quiera ser el primero en el Reino de los Cielos, sea servidor de los demás. Con estas palabras nos invita Jesucristo a participar en su Reino. El prefacio de la liturgia eucarística de este día recoge la descripción más bella, concisa y completa del Reino de Dios. El de Jesucristo es un Reino de verdad y de vida, de santidad y de gracia, de justicia, de amor y de paz. Precisamente lo que falta al mundo.

No se me olvidaron - las he dejado para el final - aquellas últimas palabras que también escuchó el Divino Redentor, la petición que dirigió a Jesús el ladrón arrepentido: Jesús, acuérdate de mí cuando estés en tu Reino. Este hombre no sólo reconoce que Jesús es Rey, sino que se somete a Él implorando misericordia y perdón. Contempla así a Jesucristo vivo y resucitado, y medita hoy: Él es Rey; ¿es tu Rey?

P. Mario Ortega.


Publicado en La Gaceta de la Iglesia.

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