24 jul 2010

Ordenando ideas sobre el gaymonio. V



OPINIÓN. Fray Tuk. Doctrina de la Iglesia Católica sobre la homosexualidad. En el "debate" (si se puede llamar así al modo de tratar las cuestiones de la mayoría de homosexualistas insultantes tipo senador Pichetto) que ha tenido lugar en Argentina sobre el gaymonio, se han mezclado demagógica y falazmente cuestiones que conviene aclarar y ordenar (para eso esta serie de artículos dedicados al tema). Una de ellas es mezclar la valoración moral de la homosexualidad con la cuestión legal. Para los homosexualistas, el católico es "homófobo" (palabra-inquisición preferida por el lobby gay para demonizar a quien no piensa como ellos) por decir que las relaciones homosexuales constituyen un pecado grave, y quieren hacer creer que esto es sinónimo de decir que es un delito penal. La inquisición gay quiere atemorizar a los católicos para que no expongan su doctrina (si ellos no creen en el pecado, debería darles igual lo que diga la doctrina de la Iglesia), como intentó hacer el INADI al denunciar al obispo San Justo, aunque no les salió bien la estrategia gracias a la valentía y a la claridad de ideas al exponer la verdad de Monseñor Martini, que hizo recular al INADI.

Por cierto, no se puede acceder en AICA al cuerpo de la noticia de la retractación del INADI. Muy probablemente fue hackeada junto con la declaración de los obispos sobre el gaymonio.

Para poner claridad en tanta confusión, merece la pena ofrecer cuál es la doctrina de la Iglesia sobre la homosexualidad, tal y como la recoge el Catecismo de la Iglesia Católica en los números 2357 al 2359.

"La homosexualidad designa las relaciones entre hombres o mujeres que experimentan una atracción sexual, exclusiva o predominante, hacia personas del mismo sexo. Reviste formas muy variadas a través de los siglos y las culturas. Su origen psíquico permanece en gran medida inexplicado. Apoyándose en la Sagrada Escritura que los presenta como depravaciones graves (cf. Gn 19, 1-29; Rm 1, 24-27; 1 Co 6, 10; 1 Tm 1, 10), la Tradición ha declarado siempre que “los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados” (Congregación para la Doctrina de la Fe, Declaración Persona humana, 8). Son contrarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual. No pueden recibir aprobación en ningún caso.

Un número apreciable de hombres y mujeres presentan tendencias homosexuales profundamente arraigadas. Esta inclinación, objetivamente desordenada, constituye para la mayoría de ellos una auténtica prueba. Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta. Estas personas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en su vida, y, si son cristianas, a unir al sacrificio de la cruz del Señor las dificultades que pueden encontrar a causa de su condición.

Las personas homosexuales están llamadas a la castidad. Mediante virtudes de dominio de sí mismo que eduquen la libertad interior, y a veces mediante el apoyo de una amistad desinteresada, de la oración y la gracia sacramental, pueden y deben acercarse gradual y resueltamente a la perfección cristiana".

Obviamente, cualquier ciudadano argentino puede opinar de modo distinto sin que ello sea delito. Pero en la medida en la que se aleja de la doctrina de la Iglesia, deja de ser católico, como el cura Alessio, que curiosamente pide libertad para pensar como quiera (y la tiene como ciudadano), pero paradójicamente quiere criminalizar la doctrina de su obispo Ñañez puesto que ahora, dice Alessio, "esto es la ley". En un régimen de libertades como se supone que lo es la República Argentina, el católico está en su derecho de afirmar públicamente su convicción en torno a la homosexualidad, como a cualquier tema. Parece que los Pichettos, los INADIs, los Alessios y demás homosexualistas no piensan así. Será que prefieren los regímenes totalitarios.
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1 comentario:

  1. Fiel seguidora24/7/10, 14:26

    Gracias Fryay Tuk por ayudarnos a ordenar ideas...Necesitamos estar formados y firmes en nuestras convinciones y creencias sino nos pasan por encima como los más tontos del planeta.

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