P. Mario Ortega. Todas las miradas puestas esta noche en el reloj. Si, además, se mira a Dios, la alegría será mayor.
Imaginemos que un extraterrestre viene a la tierra el último día del año y observa los distintos canales de televisión el 31 de diciembre a las 12 de la noche. Pensaría: ¿qué están celebrando estas personas, que parece que se han vuelto locas? ¿Celebran acaso que un año se ha terminado, que ya no lo tienen?
¿Celebran, en cambio, que se embarcan en otro, que son más viejos - lo cual odian pensar - que les falta ya un año menos para que dejen este mundo temporal y caduco?.... ¿Qué celebran con tanta efusión?
Ciertamente, es un misterio... cuando no hay fe, claro. Celebrar con alborozo que el tiempo pasa cuando se le teme increiblemente al final...
Cuando hay fe, fe en Cristo, Señor de la historia y del tiempo, el final de un año y el comienzo de otro ha de producir - no ya alborozo irracional - sino acción de gracias y deseos - aquí viene acaso la alegría - de que el año que comienza venga cargado de bendiciones de Dios, que sea el año en que realmente nos convirtamos a Él y nos tomemos la vida en serio, porque el tiempo pasa...
Recuerdo muy bien que desde pequeños, mi madre siempre nos hacía rezar nada más terminadas "las uvas", un Padrenuestro y un Avemaría. Yo ahora añado un Credo. Porque es un óptimo momento para renovar la fe, a la vista de un año que comienza.
Un año más, que encomendamos a la misericordia de Dios; un año menos, en que nos encomendamos a su Providencia paternal. Porque esta noche a las doce, como cada día a las doce, estaremos más cerca de la eternidad.
¿Celebran, en cambio, que se embarcan en otro, que son más viejos - lo cual odian pensar - que les falta ya un año menos para que dejen este mundo temporal y caduco?.... ¿Qué celebran con tanta efusión?
Ciertamente, es un misterio... cuando no hay fe, claro. Celebrar con alborozo que el tiempo pasa cuando se le teme increiblemente al final...
Cuando hay fe, fe en Cristo, Señor de la historia y del tiempo, el final de un año y el comienzo de otro ha de producir - no ya alborozo irracional - sino acción de gracias y deseos - aquí viene acaso la alegría - de que el año que comienza venga cargado de bendiciones de Dios, que sea el año en que realmente nos convirtamos a Él y nos tomemos la vida en serio, porque el tiempo pasa...
Recuerdo muy bien que desde pequeños, mi madre siempre nos hacía rezar nada más terminadas "las uvas", un Padrenuestro y un Avemaría. Yo ahora añado un Credo. Porque es un óptimo momento para renovar la fe, a la vista de un año que comienza.
Un año más, que encomendamos a la misericordia de Dios; un año menos, en que nos encomendamos a su Providencia paternal. Porque esta noche a las doce, como cada día a las doce, estaremos más cerca de la eternidad.
P. Mario Ortega
Publicado en La Gaceta de la Iglesia
GRACIAS POR ENSEÑARNOS HACER MEJOR HIJO DE "DIOS"!!!! NORMA BOSCO
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