14 may 2011

Si el Señor no es mi pastor, todo me falta



COMENTARIOS A LAS LECTURAS DOMINICALES
P. Mario Ortega.Para que comprendamos mejor el amor del Corazón de Jesús a la humanidad, San Juan recoge la imagen que el Señor mismo utilizó para definirse a Sí mismo: “Yo soy el Buen Pastor”. El Buen Pastor se distingue del ladrón y del asalariado, cuyo interés por las ovejas es otro distinto a las ovejas mismas. El ladrón que aparece como pastor del rebaño busca la destrucción del rebaño, busca sólo sacar ganancia particular de él. El pastor asalariado está con las ovejas mientras todo va bien; en cuanto hay problemas, huye, porque también busca su interés por encima del bien del rebaño.

El buen pastor no es el ladrón ni el asalariado. Es el que busca el bien de las ovejas por encima de su propio bien, el que ante cualquier peligro para ellas, está dispuesto a sacrificar su vida, a no escatimar esfuerzos. Jesús se identifica con el oficio de pastor, oficio poco vistoso, oficio humilde y menospreciado, más aún en aquella época y cultura.

Jesús quiere presentarse como Buen Pastor para revelarnos que:

1. Llama a las ovejas por su nombre. Tenemos numerosos ejemplos en el Evangelio para ver cómo Jesús llamaba a los suyos por su nombre: a Simón para hacerle jefe y custodio de su Iglesia, a María Magdalena, para que estuviera segura de su perdón y para que experimentara la alegría de la resurrección, a Marta, a María, a Felipe... a Judas también, en un último intento de convertir su corazón. Hasta a los muertos, para devolverles la vida, como es el caso de Lázaro. Jesús nos llama por nuestro nombre.

2. En consecuencia, Jesús nos conoce personal y completamente. Conoce a cada oveja, sabe sus posibilidades para exigirle y sabe “de que pie cojea” para ayudarle. Conocía la vida pecadora de la mujer samaritana, conocía la localización de Natanael, conocía los juicios interiores del fariseo Simón, conocía la traición que se fraguaba en el corazón de Judas, conocía de qué hablaban los discípulos por el camino, conocía las intenciones de Saulo camino de Damasco...

3. Podemos confiar plenamente en Él. Precisamente porque es el único que nos conoce personal y completamente. Porque aún así, y por ello mismo, nos acoge, ama y salva.

Si Jesús está definiéndose como Pastor, a nosotros nos está recordando que somos ovejas. La oveja es un animal manso y obediente. Sigue al pastor y se fía de él, de que él la va a conducir a pastos abundantes, a lugares seguros. Por eso, la presentación de Jesús como Buen Pastor es una invitación a pertenecer a su rebaño, a repetir las palabras del Salmo 22 con toda confianza y alegría: “El Señor es mi Pastor, nada me falta”.

Convirtiendo nuestra vida a Dios, cumpliendo sus mandamientos escuchando con sinceridad al Buen Pastor y dejándose guiar por Él, como responde hoy San Pedro a los que deseaban seguir a Cristo, llegaremos a escapar de una “generación perversa” que nos hace “andar como ovejas descarriadas” y no nos da la felicidad que promete de tantas maneras. Porque si el Señor no es mi pastor, en el fondo, todo me falta.

Con María.

P. Mario Ortega


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