15 feb 2013

OPINIÓN. El Papa que se va con los deberes hechos y muy bien hechos


P. Mario Ortega. Era el Cardenal con más posibilidades de salir elegido Papa y suceder al grandísimo Juan Pablo II. Y el Espíritu Santo sopló definitivamente para que esas mayores posibilidades se convirtiesen en lo que al final fue Joseph Ratzinger, que a sus 78 pensaba ya en un pacífico retiro dedicado a la oración y al estudio, se convirtió en Benedicto XVI. Al convertirse en Benedicto XVI, aquellos sueños de pacífico retiro se convirtieron a su vez en trabajo y pesadillas. Uno tras otra. Al anciano Papa, Dios le pidió mucho. ¿Demasiado? “Te basta mi gracia. La fuerza se realiza en la debilidad”. Esta respuesta del Señor a San Pablo (2Cor 12,9) fue sin duda, la que Benedicto XVI tomó como suya.


Se nos presentó aquél 19 de abril de 2005 en la logia central de la Basílica de San Pedro como un “humilde trabajador de la viña del Señor”. Le tocaba trabajar humildemente. Y durante estos casi ocho años nos ha demostrado sobradamente las dos cosas: que es muy trabajador y muy humilde. Y cuando se juntan esas dos virtudes, surge una tercera, que también le corresponde a este Papa: ser muy valiente.

No lo tenía nada fácil: sustituir a un Papa inmenso y llevar sobre sus hombros el “sanbenito” de ser duro e intransigente. Dos buenas asignaturas para empezar; no está mal. Las dos las superó con creces, sin nadie saber explicar bien cómo. Yo creo que la única razón es la que ya hemos dicho: es trabajador y es humilde. Sumemos de nuevo estas dos virtudes para obtener otra nueva: ser muy efectivo.

Desde el principio, presentó la Verdad del Evangelio, frente a la dictadura del relativismo. Su preclara inteligencia y saber le daba los fundamentos necesarios y su humildad - de nuevo - la caridad requerida. Nos ha presentado la verdad de Dios, que aparece ante nosotros siempre con el rostro de la Caridad. Deus Caritas est. Dios es amor.

Se propuso de manera igualmente clara, trabajar y trabajar por la unión de los cristianos y también en estrechar lazos con los creyentes no cristianos. Siempre sobre el fundamento de la verdad; sin falsos irenismos. Con su trabajo y humildad (volvamos a sumar) se ha ido ganando, poco a poco, el afecto de todos.

Tocaba afrontar el humillante y dolorosísimo problema de los abusos por parte de sacerdotes y la mala gestión que de estos pecados y escándalos se había llevado en muchas diócesis de lugares muy diversos. ¡A trabajar! Y con humildad a reconocer los fallos y a lavar los trapos sucios. Tolerancia cero y trasparencia cien. Un mal trago, pero necesario. Benedicto XVI volvió a sacar una óptima nota en esta dificilísima asignatura pendiente.

Y cuando todos esos frentes externos iban minando poco a poco la salud del anciano Pontífice, como en las novelas más negras y detectivescas, el “cuervo” lo tiene en casa. Y comienzan a filtrarse documentos, y el Papa que ve cómo no puede fiarse ni aún de sus más íntimos…

Sumemos ahora todos los párrafos anteriores… ¿Quién se atreve a llevar una carga así, tantos problemas juntos, y el mundo entero mirándote con lupa? Sólo el humilde trabajador de la Viña del Señor. Sólo el hombre que ha confiado siempre en el Dios que es Verdad y que es Amor.

Y hoy nos ha vuelto a dar una lección de humildad. En un mundo en el que todos buscan aferrarse al poder, el Papa, por el bien de la Iglesia, mostrando un gran amor y un exquisito sentido de la responsabilidad, comprende que Dios le pide retirarse. En aquél libro entrevista “La luz del mundo”, ya declaró sobre la renuncia del Sumo Pontífice: “Se puede dimitir en un momento de serenidad o cuando ya no se puede más, pero no en el momento de peligro”. Bueno, pues ahora que los principales problemas parecían un poco más calmados, el servidor bueno y fiel, ve que es el momento. Juan Pablo II nos dio la lección del sufrimiento físico ofrecido y soportado con Cristo hasta el final. Benedicto XVI, nos ha dado la lección humilde del trabajo bien hecho y de la decisión valiente tomada en el momento que ha considerado justo.

Tras un día de conmoción y sorpresa, cuando es el momento en el que las grandes noticias dan lugar a los profundos y detallados análisis, los cristianos nos sentimos con paz y serenidad, al recibir la ¿última? lección de nuestro querido Papa humilde, valiente y trabajador. Merece ya el merecido descanso, el soñado pacífico retiro, sin dejar de servir, ya que él mismo ha terminado diciendo hoy que en adelante quiere “servir a la Santa Iglesia de todo corazón con una vida dedicada a la plegaria”.

P. Mario Ortega

          __________

No hay comentarios:

Publicar un comentario