7 feb 2013

OPINIÓN. Epidémica mediocridad presbiteral y episcopal (2 de 2)

Fray Tuk. 'Curas guays, incultos y showman no, por favor. Queremos pastores íntegros y edificantes'. Es la petición que hizo el joven laico Tommaso frente a decenas de obispos de todo el mundo.


Sacerdotes travestidos de jóvenes ‘guays’.

“El sacerdote ha perdido confianza en la importancia de su propio ministerio, ha perdido carisma y cultura. Veo sacerdotes que interpretan “dedicarse a los jóvenes” con “travestirse de joven”, o peor aún, vivir el estilo de vida de los jóvenes. Y lo mismo en la liturgia, que en el intento de hacerse originales se convierten en insignificantes. Os pido el coraje de ser vosotros mismos. No temáis, porque allí donde seáis auténticamente sacerdotes, allí donde propongáis sin miedo la verdad de la fe, allí donde no tengáis miedo de enseñarnos a rezar… nosotros los jóvenes os seguiremos. Hacemos nuestras las palabras de Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Solo Tú tienes palabras de vida eterna. Nosotros tenemos hambre de lo eterno, de lo verdadero”.

Los sacerdotes y los obispos que no tienen el corazón centrado en el amor verdadero y personal a Cristo Resucitado que vive en la Eucaristía y en la Iglesia, tienen graves carencias afectivas. "No es bueno que el hombre esté solo". La llamada celibataria de Jesús al sacerdote, "Ven y sígueme", llena la vida de aquellos para los cuales Él es el gran tesoro por el cual merece la pena dejarlo todo. Cuando se enfría el amor primero a Cristo, si se tuvo, el sacerdote se convierte en un buscador de afectos. ‘Que los jóvenes de la parroquia me acepten y me quieran’ puede ser, entonces, un fin en sí mismo para muchos presbíteros jóvenes. Y por no contrariarlos son capaces de olvidar el carácter sagrado de su ministerio, de rebajar la exigencia de la predicación de la fe, y de no proponer el camino sacrificado de la oración. Pero, oh paradoja, los sacerdotes que más atraen a los jóvenes son, como bien afirma Spinelli, los que no tienen miedo a ser auténticamente sacerdotes. Y es que el joven como el adulto busca en el sacerdote a Dios, no a un coleguilla.

Otro es el motivo por el que algunos obispos adulan a los sacerdotes jóvenes, según he podido comprobar: se trata de buscar en ellos adeptos y afectos a cambio de un puñado de títulos diocesanos y responsabilidades para las que no suelen estar preparados. Es más difícil ganar el favor del sacerdote adulto, más independiente y más exigente con el prelado (excepto los ‘trepas’).

Pastores incultos.

“Por tanto, propongo:

1. Aumentar la formación, no sólo espiritual, sino también cultural, de los sacerdotes. Con demasiada frecuencia vemos a sacerdotes que han perdido el papel de maestros de cultura que les hacía importantes para toda la sociedad. Hoy, si queremos ser creíbles y útiles, debemos volver a tener buenas herramientas culturales.

2. Redescubrir el Catecismo de la Iglesia Católica en su carácter conciliar (…). La primera parte de cada sección del Catecismo es fundamental para que el hombre de hoy sienta la fe como algo que le afecta de cerca y sea capaz de dar respuestas a sus preguntas más profundas”.

Muchas de las intervenciones del Sínodo de los Obispos piden que los laicos conozcan el Catecismo de la Iglesia Católica. Ahora es un laico pide lo mismo para presbíteros y obispos. El anterior nuncio en Argentina, Adriano Bernardini, lamentaba que haya “aumentado entre los obispos el grupo de cuantos están convencidos de que la pertenencia a la Iglesia no comporta el conocimiento y la adhesión a una doctrina objetiva", pues "en el episcopado prevalece un bajo perfil". No son pocos los obispos que desconocen no ya la teología, sino el mismo Catecismo de la Iglesia Católica. Y qué decir de los sacerdotes que viven de las rentas. Peores son los que predican un catecismo paralelo contrario al de la Iglesia. Sin embargo el fiel necesita que su pastor le transmita la sabiduría de la fe católica. Esperemos que el Año de la Fe ayude a mejorar la cultura católica de obispos y presbíteros.

Sacerdotes que desacralizan la liturgia.

“3. Por último, la liturgia se olvida y se desacraliza con demasiada frecuencia: hay que volver a ponerla con dignidad en el centro de la comunidad parroquial”.

Las actitudes protagónicas de los sacerdotes en la liturgia, bien por sus aspavientos histriónicos de showman, bien por sus originalidades celebrativas, ponen de manifiesto, a mi juicio, la búsqueda de afecto de la que antes hablé. Olvidar que Cristo es el centro de mi vida conlleva olvidar que Cristo es el centro de la celebración litúrgica. El celebrante usurpa así el lugar de Dios.

Pastores edificantes para la Nueva Evangelización.

“Concluyo con las palabras que dieron inicio al nacimiento de la Europa Medieval: «Nosotros os queremos, queridos sacerdotes, dad prueba de vuestra santidad, del lenguaje correcto y de vuestra instrucción; de tal modo que cualquiera que vaya a vosotros se edifique con vuestro testimonio de vida y vuestra sabiduría (…) y regrese alegre dando gracias al Señor omnipotente» (De la carta Litteris Colendis de Carlo Magno al monasterio de Fulda, año 780). Gracias”. [aplausos].

Gracias por tu fe, por tu amor a la Iglesia, por tu valentía y por tu sinceridad, Tommaso.

@fraytuk

Publicado en Certeza católica.
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