Lunes 13 de junio de 2011.
REDACCIÓN VenL. El jueves 9 de junio a las 19.30 el obispo de la diócesis de Santa Rosa, Mario Aurelio Poli, y gran parte de su presbiterio celebraron en la Catedral Santa Rosa de Lima una Misa de acción de gracias a los padres Antonio Martínez Racionero y Ricardo Latorre Cañizares, ambos del Instituto Secular Servi Trinitatis, por los casi 16 años de servicio abnegado que han prestado a la diócesis como párroco y vicario respectivamente de la parroquia Catedral. Tras la celebración, el obispo y los sacerdotes ofrecieron una cena fraternal de despedida al padre Antonio Martínez. El domingo 12 la feligresía se despedirá del padre Antonio en la Misa de 10.30 de la Catedral, presidida por el obispo, en la que concelebrará Arturo Peluffo, sacerdote de Santa Rosa ordenado recientemente, que pertenece también al Insitituto Secular Servi Trinitatis. El padre Ricardo Latorre partió ya hace unos meses a su nuevo destino en España.
Noticia en AICA.
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Texto completo de las palabras de agradecimiento del obispo Mario Aurelio Poli a los padres Antonio Martínez Racionero y Ricardo Latorre Cañizares
Querido Padre Antonio: estas palabras son para vos y para el padre Ricardo, a quien no hemos podido saludar y despedir como corresponde por circunstancias por muchos conocidos.
Continuando con tu acción de gracias a mí me surge del corazón darle gracias también al Padre por haberte dado la vida en una familia que vos has querido compartir con nosotros de alguna manera contando cómo es tu familia, varias veces aflora en tu charla personal tu familia. Y recuerdo especialmente tus sufrimientos cuando pensabas, vos pensabas que sufrían mucho por lo que te estaba pasando aquí.
Gracias a Jesús, el Hijo de Dios, nuestro redentor y tu redentor. El Buen Pastor que te llamó a compartir el ministerio y también te llamó a padecer con Él. Gracias al Espíritu Santo, muchas gracias porque los empujó a los dos a La Pampa, a entregar estos casi 16 años de ministerios jóvenes entre nosotros.
Pensaba en la carta de los Hechos de los Apóstoles en el libro de los hechos, estamos terminando el libro de los hechos y Pablo se despide de la comunidad de Jerusalén y va comenzar su viaje a Roma. Es más que posible que en este viaje escriba su segunda carta a los tesalonicenses donde dice: “tanto los quiero a ustedes que no sólo he querido entregarles el evangelio sino la propia vida”. Bueno yo siento que has entregado la vida entera aquí, tu juventud, estos años tan lindos en La Pampa. Yo te conozco a penas dos años y medio y tengo que agradecer que me has dispensado realmente tu amistad y tu cordialidad. Agradecerte de corazón, en buenas manos estaba la Catedral, me di cuenta…
También a la Santísima Trinidad quiero pedirle perdón porque en este último tiempo has tenido que pagar cuotas de sufrimiento y has padecido mucho entre nosotros. Después de larga entrega creo que te esperaba esto y ha sido edificante la serenidad con la que afrontaste las afrentas, las mentiras y el juicio que se cernió sobre toda la comunidad de Servi Trinitatis. Creo que tenemos que pedirle perdón a Dios también nosotros por no haberte acompañado lo suficiente en el dolor. Tengo que decirlo al comienzo esto porque lo siento en el corazón. Hemos estado cerca pero hay que estar en el pellejo para saber lo que se siente en la difamación y en estas penas. Pero me alegra que tu espíritu y tu buen ánimo siempre has superado con serena alegría y esperanza como vos mismo lo decís, con grandeza de espíritu las adversidades.
Largos años de entrega… Hoy es jueves sacerdotal y hemos leído el capitulo 17, casi el texto central del capitulo 17 del evangelio de san Juan: “la oración sacerdotal de Jesús”. Nada más apropiado para aplicártela a vos y a Ricardo. Sacerdocio de Jesús que lo hemos visto plasmado en tu persona y también en Ricardo con las entregas tan generosas a las comunidades de la Catedral, de Lourdes y de Toay durante mucho tiempo. Y a todos los movimientos en los cuales tuviste también tu entrega pastoral. Cursillos, la escuela de catequesis, en fin… lo que yo conozco. Me imagino que en tantos años no hay movimiento en Santa Rosa que no haya sido beneficiado con la presencia de ustedes, con la palabra, también con generoso ministerio de la reconciliación. Yo tengo que agradecerte eso, además de las eucaristías, de tus homilías. Los bautismos populares del padre Antonio, aquí en la Catedral. Miles de chicos durante tantos años pasaron por esta pila por sus manos y creo no equivocarme. Largas horas de confesionario, silencioso, dispensando las misericordias ante las miserias humanas. Bueno también nosotros lo guardamos en el corazón.
Yo supongo que ustedes si le doy el micrófono tienen tantas cosas que agradecer pero vamos a hacer así para no ser largos. Sabés que te queremos mucho, que después de haber compartido la vida entre nosotros, no te vas sin quedarte para siempre, ¿no? Así que mirando a la Virgen, ahora, Nuestra Madre, Ella que guardaba las cosas en su corazón, tantas cosas lindas de su Hijo Jesús y del misterio que la desbordaba, le pedimos que te acompañe. A Nuestra Madrecita de Luján le pido especialmente que te acompañe en esta nueva tarea. Así, cuando hace ya un par de meses me daba la noticia, yo entendí que ya no se le podía pedir más al Padre Antonio. Ha hecho tanto entre nosotros y tiene tanto para dar en su Instituto, en España que lo necesita… Así que contamos con tu oración. Contá con la nuestra. A la Madre le decimos que lo ponga bajo su mirada de ternura y que Santa Rosa no lo suelte de la mano. Gracias por todas las cosas que conocemos. Y le damos gracias a Dios por todos los sacrificios ocultos, especialmente los dolores que te causamos en este tiempo en Argentina y en La Pampa, le damos gracias a Dios. Que fecunden en vocaciones para tu familia religiosa, para tu Instituto tanto varones como mujeres. Que también tu sacrificio silencioso fecunde las vocaciones en La Pampa porque fuiste un buen modelo sacerdotal, estoy seguro que dejas muchos corazones inquietos en este jueves sacerdotal que se están preguntando ¿qué quiero hacer con mi vida?. Así que gracias Padre Antonio, no me salen más palabras y le damos gracias a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo por haberte tenido este tiempo largo entre nosotros. Nunca vamos a poder agradecer todo este tiempo que te hemos tenido. Muchas gracias. (Fuertes aplausos durante minutos).
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