La anti-confesión

OPINIÓN. Gorrión. Cuando alguien se acerca al sacramento de la confesión, sale limpio de sus pecados. Dios los “arranca” de su alma. Para que esto suceda, antes es preciso que la persona que será perdonada “aborrezca” su pecado, se “distancie” de él, reniegue de él, que desee poder volver a vivir de nuevo para obrar de manera diferente a cómo obró.

Pues bien, nuestra actual cultura, que valora cosas despreciables y desprecia las cosas valiosas, está produciendo en algunas personas un efecto similar a lo que podría llamarse “preparación para una buena anti-confesión”. Como una manera de arrancar del alma, no los pecados, sino las buenas obras. Es la “anti-confesión” no obra Dios, sino el demonio. Y la persona se prepara “arrepintiéndose” de las cosas buenas que hizo, del tiempo de su vida, de los años de su vida, que se pasó haciendo cosas buenas como “criar chicos” o ser fiel a su marido, estar “metida en la casa…”, o manteniendo una promesa hecha a Dios… y "perdiéndose" el descontrol que hoy se vive, la vida desordenada que hoy se vive. Y así “aborrece” su vida buena, reniega de ella y desearía volver a vivir, para hacerlo de otra forma. Siente que “ha perdido su vida”. También parece que les estuviera pasando lo mismo a algunos que “perdieron su vida” en la vida consagrada.

¿Por qué pasa esto? Es un problema de fe. Jesús afirmó que quien “pierda su vida” por Él la encontrará. ¿Sientes que “perdiste” tu vida, que estás “perdiendo” tu vida? Si es por Dios, por hacer lo que Dios quiere, no reniegues de ello; al contrario, da gracias a Dios, porque si estás “perdiendo tu vida”, la encontrarás.

Aquél que compró el campo para quedarse con el tesoro escondido, tuvo que “vender todo” lo que tenía para poderlo comprar. Este ejemplo lo puso Jesús para ayudarnos a entender que para poder “comprar” el Reino de los Cielos, hay que venderlo todo, hay que perder la vida.

Gorrión.

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