8 nov 2011

ESPIRITUALIDAD CATÓLICA. Crónica de un Congreso Mundial que ha dejado huella. Y III


P. Rafael Pérez. En cuanto a los testimonios, vivimos el privilegio de escuchar a dos testigos del todo singulares:

La religiosa francesa Marie-Simon-Pierre, nos contó en vivo y en directo cómo fue sanada milagrosamente por la intercesión de Juan Pablo II de una enfermedad nerviosa degenerativa incurable como es el Parkinson. Una noche, de madrugada, se despertó reconociendo un gran cambio en su alma, que sentía recogida en Dios, y a la vez en su cuerpo que sentía del todo sano. Cuando se levantó para asistir a la misa de comunidad a las 6 de la mañana advirtió que su brazo antes inmóvil por el parkinson ahora respondía con total normalidad. El tribunal médico que la examinó así lo acreditó: había quedado sanada de una enfermedad incurable y no había ni residuo alguno de haber estado enferma.

El segundo testimonio fue el de un musulmán convertido al cristianismo sin intervención humana alguna. Un accidente por necesidad mortal (se precipitó dentro de un coche a un abismo de 300 metros de altura) del que salió vivo y una experiencia en el umbral de la muerte en la que se encontró con un hombre celestial que desprendía luz de su cuerpo, le llevó a reconocer años después en una imagen de Jesús Misericordioso pintada en un lienzo, al “hombre luminoso” que le había salvado de la muerte.

En una palabra, allí nos juntamos todas las razas de la tierra, de los cinco continentes con una convicción: el mensaje de la Misericordia de Dios es la respuesta universal de Dios a las miserias de nuestro tiempo. Dios está llamando a la puerta del corazón de los hombres como un mendigo, porque desea sanar a la humanidad de sus heridas. ¿Estaremos dispuestos a abrir la puerta a nuestro huésped divino?

P. Rafael Pérez.

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