7 mar 2011

Las ideologías modernas


OPINIÓN
P. Roberto Visier. Es preciso aclarar desde el inicio que me estoy refiriendo en este momento a sistemas de ideas que considero perniciosos según lo expresado en mi artículo anterior sobre el poder de las ideologías. Me refiero a corrientes de pensamiento que se pretenden imponer por la fuerza y que utilizan como medios la mentira, la distorsión de la realidad histórica y social, la descalificación o la eliminación del adversario...

No se puede dejar a un lado el hecho de que, a pesar de su desmoronamiento general, todavía quedan ascuas encendidas de nazismo y comunismo, disfrazadas con frecuencia con otros nombres o con otros matices, pero sustancialmente iguales en su entramado ideológico y en sus métodos. Esto desvela que realmente no hemos aprendido la lección y que carecemos de verdadera memoria histórica, incluso en lo que se refiere a acontecimientos muy cercanos en el tiempo. Junto a estos rebrotes, es a todos patente la presencia del fundamentalismo islámico, o en general el fanatismo religioso que se está convirtiendo en la amenaza más seria de la paz mundial.

Por otra parte existen otras ideologías que están adquiriendo un poder impresionante en occidente porque gozan de una gran apoyo político y económico. Nombraré las que considero más importantes: el antinatalismo, la ideología de género y el laicismo. En realidad están muy entrelazadas y suelen caminar juntas. Los considero ideologías perniciosas porque defienden intereses de grupo que perjudican a la sociedad en general y persiguen a sus adversarios de modo violento. En efecto, en nombre del derecho a la “administración” del propio útero, de la propia sexualidad o de la propia “ausencia de credo” se ataca la vida más inocente, matando millones de niños en el seno de la madre y se impone por ley o a través de los medios de comunicación una mentalidad anti vida, anti nacimientos. La consecuencia es el envejecimiento de la sociedad y la pérdida de identidad de los pueblos. En nombre de los derechos de los homosexuales se ataca la institución familiar como anticuada e innecesaria, se concede la adopción de niños a personas solas o a parejas homosexuales, contra la experiencia de siglos y los conceptos más elementales de pedagogía y psicología. Finalmente se persigue y margina toda manifestación religiosa pública, con una peligrosa tendencia a deslegitimar incluso la práctica religiosa privada.

Quisiera hacer alusión también al ecologismo radical. No quiero negar la importancia grandísima del problema ecológico y el deber gravísimo que tenemos todos de cuidar cada rincón del planeta y cada especie animal y vegetal, pero es también cierto que existe un ecologismo muy ideologizado que pretende poner a los hombres al servicio de los animales, con el peligro de marginar al ser humano y aplazar la solución de los graves problemas de la humanidad, poniendo en la agenda problemas ambientales que no siempre están científicamente fundados.

Como conclusión me parece de suma importancia subrayar la irracionalidad de las ideologías. En efecto, quién se atrevería hoy en día a sostener que la visión nazista o comunista del hombre es correcta o razonable. El Papa Benedicto XVI insiste continuamente en la necesidad de reconciliar la política, la economía, e incluso la religión con la razón. Está convencido de que un diálogo común abierto a la búsqueda de la verdad, puede conducir al respeto mutuo y a la paz. En efecto, aunque no lleguemos a un acuerdo total en todo, podemos alcanzar unos principios racionales de convivencia, con tal de que dejemos a un lado nuestro prejuicios ideológicos y nos dejemos impulsar por un recto amor humano. La declaración de los derechos humanos, rectamente interpretada, podría perfectamente ser un cimiento sobre el que construir un edificio sólido mundial. Es un trabajo que está pendiente desde hace más de medio siglo. Ciertamente el acuerdo no se alcanzará renunciando a las propias convicciones, refugiándonos en una especie de vacío relativista, sino al contrario buscando juntos un sustrato moral común. Hoy en día nadie se atreve a hablar de principios morales, es sin embargo una emergencia hacerlo. Jamás se saldrá de la crisis económica si no se sale primero de la crisis moral. En este sentido, la presión de las ideologías dominantes es quizás el mayor obstáculo para el resurgimiento del occidente.

P. Roberto Visier.

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