Fray Tuk. El Prefecto de la Congregación para la Educación Católica reconoció que la mayoría de las escuelas católicas son "poco eficaces a la hora de despertar la fe y en el campo de la evangelización". Uno de los motivos: el disenso teológico.
Mis noticias del cardenal polaco (y van con él tres prelados seguidos de la misma nacionalidad en este blog 1 2) Zenon Grocholewski se reducían a su labor como Prefecto de la Congregación para la Educación Católica; en concreto, el reconocimiento de la venezolana Universidad Católica del Táchira en abril del presente año, y la publicación de las Orientaciones pastorales para la promoción de las vocaciones al ministerio sacerdotal, que propició una interesante entrevisa al actual rector del Seminario Menor de Toledo, Padre Juan Félix Gallego Risco.
El cardenal Grocholewski no duda en señalar como uno de los motivos de la poca eficacia de los centros escolares católicos en la Nueva Evangelización la triste circunstancia de que "el papel de los teólogos en la obra de la evangelización con frecuencia se ve anulado porque no se es consciente de la importancia vital del Magisterio". Esos teólogos influyen en la concepción y contenido de la educación católica, y ésta, sin fidelidad al mensaje de Cristo que asiste con su Espíritu Santo el Magisterio eclesial, al convertirse en mera palabra humana propia o gregaria, desvinculada de la comunión de la fe, se vuelve ineficaz apostólicamente.
Constatación de un estrepitoso fracaso.
"Es preciso plantear seriamente la pregunta: ¿Por qué el aumento constante del número de nuestras instituciones educativas va acompañado por una creciente crisis de fe? ¿Qué las hace tan poco eficaces a la hora de despertar la fe y en el campo de la evangelización?"
El compañero bloguero Paco Pepe constata con frecuencia cómo religiosos dedicados a la enseñanza, con grandes y numerosas instituciones educativas propias, no son capaces de apasionar a casi ningún joven para que se consagren a Dios con su carisma... ni con otro. Por más que sea evidente la lamentable esterilidad de la inmensa mayoría de los centros educativos católicos para forjar cristianos convencidos en la vida privada y pública, no deja de ser valiente el reconocimiento del purpurado encargado de la Congregación para la Educación Católica. El optimismo falsamente evangélico desvinculado de la realidad hizo y hace mucho daño en la Iglesia.
Identidad intelectual del formador católico: Escritura, Tradición y Magisterio.
"Jesús no dejó nuestra comprensión de las Sagradas Escrituras y de la Tradición a merced de las diversas opiniones, que evidentemente podrían ser incluso muy divergentes y extravagantes, aparte de sembrar continuamente incertidumbre y confusión, sino que nos dejó el gran tesoro del Magisterio, "cuya autoridad se ejerce en el nombre de Jesucristo [...] con la asistencia del Espíritu Santo" (Dei Verbum 10b). Esto, obviamente, no disminuye el papel y la creatividad de los teólogos, sino que los responsabiliza".
Siempre me parecieron los teólogos del disenso o bien personas sin fe que creen que el Evangelio es algo finalmente humano, o bien defensores de que la verdad y el bien no tienen relación, o bien creyentes en un dios no bueno que vino a traer más confusión que claridad.
Teólogos, pastores y educadores "contraproducentes" por su soberbia desobediencia.
"En cualquier caso, el papel de los teólogos en la obra de la evangelización con frecuencia se ve anulado porque no se es consciente de la importancia vital del Magisterio. El mayor obstáculo para convertirse en un teólogo (o pastor) constructivo y, por tanto, eficaz en la perspectiva de la nueva evangelización, es, sin duda, la soberbia con su aliado natural: el egoísmo. Por la manía de llegar a ser grande, original, importante, muchos se reducen a ser "pastores que se apacientan a sí mismos, y no al rebaño" (Ez 34, 8; cf. Agustín de Hipona, Sermón sobre los pastores) y, en realidad, así son poco relevantes para el Reino de los Cielos, contraproducentes para el crecimiento de la Iglesia y para la evangelización. Puesto que en cada uno de nosotros, después del pecado original, hay una dosis de soberbia, en esta materia debemos hacer constantemente un serio examen de conciencia y al pie de la cruz aprender la humildad y el amor auténticos".
No pueden ser más oportunas, a mi parecer, las denuncias de Grocholewski a uno de los cánceres más dañinos, sino el mayor, contra la Nueva Evangelización: la perversión de la divina revelación por parte de falsos profetas cegados por la soberbia rebelde de la originalidad efímera. Tampoco podía ser más acerctado el remedio: el humilde examen de conciencia "al pie de la cruz".
Texto completo de su intervención.
Publicado en Certeza católica.
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