22 dic 2010

SOBRE SU VOCACIÓN, CON MOTIVO DEL AÑO SACERDOTAL. Entrevista al Padre Domingo Plaza, misionero de Servi Trinitatis en Venezuela



ArchivoEsta entrevista al sacerdote español Domingo Plaza Martínez fue realizada el 23 de septiembre de 2009. El Padre Domingo es misionero del Instituto Secular Servi Trinitatis, párroco de la Parroquia Sagrada Familia de la ciudad de Valencia, en Venezuela, desde 1996.


RESUMEN DE LA ENTREVISTA

13 años de ministerio en la parroquia Sagrada Familia de Venezuela

“Hace 13 años que llevo aquí en esta parroquia. Se llama la Sagrada Familia de Valencia, Venezuela… Tiene aproximadamente unos 80.000 habitantes… La mayoría de las personas que allí vive son… de condición social humilde y la labor que se realiza como en toda parroquia: evangelización, catequesis, formación, orientación y también…, tenemos una escuela, que es de la asociación Servi Trinitatis: solamente la educación primaria. Tenemos en perspectiva ampliar para que pueda haber hasta secundaria, incluso que salgan con un técnico medio para…ya salir con una profesión”.

Labor sacramental

“Actualmente estamos dos sacerdotes, los dos Servi Trinitatis… Hay otro sacerdote conmigo, que por cierto es argentino, el padre Pablo, y las actividades que realizamos en lo que se refiere por ejemplo a la catequesis, normalmente… cada año entre 500, 600 niños hacen su primera comunión… Suele haber alrededor de 400 confirmaciones y por supuesto la administración de sacramentos…: todos los sábados tenemos alrededor de una media entre 10, 15 niños que se bautizan…Y luego se hace sobre todo la catequesis de adultos, porque hay una gran carencia de jóvenes que han ido creciendo y muchas veces sus padres por descuido no los han bautizado a su debido tiempo y lo hacen de adultos, incluso ya en edad bastante avanzada”.

1996: Comienza el desafío de las misiones

“Entonces tenía 30 años. Es una llamada que Dios hace y cuando Dios llama tenemos que ser generosos para seguirle. Una de las cosas que me llamó mucho la atención… fue una anécdota que escuché a unos compañeros que eran sacerdotes, y la escucharon... del sacerdote protagonista, el padre Cristofer, que quiso vivir una experiencia en la India con las hermanas de la Madre Teresa de Calcuta… Su apostolado es salir por las calles y las afueras de Calcuta y recoger las personas que allí muchas veces se mueren… Este sacerdote iba caminando por uno de aquellos montones…, y en ese momento vio… un anciano que estaba semienterrado en la basura…, que todavía estaba vivo… Los dedos de las manos se los habían comido las ratas y la espalda se la habían comido los gusanos… Lo tomó en brazos y lo llevó al dispensario que tienen las hermanas allá en Calcuta. Cuando llega así un enfermo… lo colocan en una camilla para limpiarlo, para asearlo, con una inscripción, que ellas tienen para recordar a quien están tratando, en la base de la camilla, que dice: 'aquí está el cuerpo de Cristo'…, para recordarnos cómo lo que hacemos al prójimo se lo estamos haciendo a Jesús… El hombre recobra el conocimiento y pide agua… Cuando van a darle el agua el anciano dice: `no la quiero para tomar, la quiero para que me bautice´… El sacerdote y aquellas hermanas ahora le estaban ayudando a bien morir, entonces descubrió que ahí estaba la religión verdadera y quiso ser bautizado. El sacerdote lo bautizó… A las dos o tres horas regresó… Aquel anciano… todavía estaba vivo. Cuando él se acerca y abre la puerta de la habitación el anciano se incorpora, extiende los brazos y le dice: `Padre le estaba esperando`. Le toma las manos al anciano y en ese momento el hombre se muere. Cada vez que lo he escuchado y lo he contado muchas veces... me produce cierto entusiasmo y cierta admiración. Igual que este hombre estaba esperando al sacerdote, cuantas personas hay que esperan al sacerdote para llevarle la Palabra de Dios. Cuando estaba ejerciendo mi ministerio sacerdotal, primero en Cuenca tenía dos pueblos, que entre los dos no llegaban a 500 habitantes…; después me enviaron a otros dos que tenían 1700 habitantes… Escuchaba noticias de que había lugares… en América, que eran parroquias inmensas, aproximadamente ochenta, cien mil habitantes que no tenían sacerdote. Y entonces a mí me daba un poco de reparo de conciencia: yo aquí con unas poquitas almas, unas poquitas personas y allí tantas almas que necesitan esa ayuda, ese ministerio sacerdotal… Ya a través del instituto, de Servi Trinitatis, entablamos contacto y el Señor permitió que viniera a este lugar y desde hace 13 años... estamos realizando esta labor sacerdotal, tratando como dice un dicho “hay que saber florecer donde Dios plante...”.

Padre Christopher Hartley con las Hermanas de la Caridad de la Beata Madre Teresa de Calcuta en Etiopía.

Vocación sacerdotal: "Él quería otra cosa de mí"

“Yo era un joven normal, como cualquier otro. Eso si bastante tímido cuando era muchachito… Mi vida se realizó normalmente en los estudios: la primaria, luego la secundaria y… unos compañeros del liceo me invitaron a asistir a un grupo juvenil, que es Acción Católica. Al principio… no quería muchos compromisos, pero de tanto insistirme… empecé a ir y tuve la oportunidad de conocer a un sacerdote…: don Gratiniano. Me gustó mucho aquella reunión… Mi intención en un principio era como la de todo joven: estudiar, tener una carrera y luego casarme… Incluso tenía pensado estudiar ingeniería, arquitectura, una carrera de ese tipo, pues me gustaba mucho el dibujo técnico. Poco a poco el Señor fue haciéndome ver que Él quería otra cosa de mí. Fue a través del contacto aquí en Acción Católica, en el apostolado, en la oración, en el trato personal con Dios, en la dirección espiritual y sobre todo… uno de los campos de acción en los que yo trabajaba…: asistíamos a un hospital de ancianos. Y muchos domingos pasábamos la tarde con aquellos ancianos… escuchándoles…, ayudarles a cenar o a veces a acostarlos por la noche… A mi casa regresaba todo lleno de satisfacción, de alegría… de ver que has hecho algo por los demás… Fui, con la gracia de Dios y su Misericordia, descubriendo ese camino… Comencé después en el seminario a los 18 años… hasta los 24 que terminé. Tuve que pedir dispensa también… de unos meses que me faltaban para la edad canónica para la ordenación sacerdotal… El Señor quiso realizar en mí esa obra tan grande, tan maravillosa… una gracia que nunca sabré agradecer al Señor, tanto bien que me ha concedido durante estos 19 años que llevo ya con la gracia de Dios de sacerdote”.

P. Domingo Plaza, P. Roberto Visier, Don Gratiniano y Monseñor Guerra Campos.

Vocación a la vida consagrada en el Instituto Secular Servi Trinitatis: "uno de los bienes más grandes que he recibido del Señor"

Gracias a Dios en la juventud tenemos una etapa que es la de la generosidad. Dios lo hace y lo quiere hacer. Ojalá que muchos jóvenes aprovechasen esa etapa de la generosidad para plantearse, preguntarse y sobre todo buscar respuesta a muchos interrogantes. Recuerdo la vida del P. Segundo Llorente, un misionero que estuvo en Alaska 40 años…: me sentí identificado… En el pueblo donde él vivía, quería ser lo máximo, lo mejor… 'yo quiero ser sacerdote'... Luego quiso ser jesuita. Pero más todavía: 'yo quiero ser misionero y una misión que sea la más difícil'. Él escuchó en un discurso del Papa de entonces que la misión más difícil era la de Alaska: 'yo voy para Alaska'… Ahí estuvo 40 años sirviendo al Señor, entre aquellos fríos horribles, hasta temperaturas de 50º bajo cero…, y haciendo un bien inmenso en todas aquellas almas. Entonces hay una etapa en nuestra vida de esa generosidad. Yo creo que en ese momento en que conocí Acción Católica, a través de este sacerdote Don Gratiniano, que es el fundador del Instituto Secular Servi Trinitatis, se sirvió de él para el Señor darme a conocer esta forma de vida consagrada. Y me llamó la atención mucho, sobre todo los distintos fines que tiene: 1º ser consagrados, tener la posibilidad de ser consagrado y laico al mismo tiempo, que es lo característico del instituto secular… Luego tenía la opción del sacerdocio… Luego también los fines específicos, aparte de esos medios especiales: la vida contemplativa activa, que tiene el instituto, para vivir con la mayor radicalidad el Evangelio y el fin de la fidelidad al Papa… Luego las misiones, las vocaciones, el trabajo con el apostolado seglar, los medios de comunicación social… El Señor me fue orientando y… también Él me dio la fortaleza para decirle sí. Realmente es uno de los bienes más grandes que he recibido del Señor en toda mi vida y al cual estaré siempre eternamente agradecido”.

Padre Segundo Llorente.

Palabras para los jóvenes que se plantean la vocación sacerdotal

“Sobre todo que sean valientes. Como decía el Papa Juan Pablo II, de feliz memoria, 'abrid de par en par las puertas a Cristo, abrid vuestro corazón a Cristo'. Todo joven busca y tiene en su corazón un deseo inmenso de ser feliz. La felicidad obviamente no se consigue este mundo… El mundo sin Dios es una basura. El mundo con Dios es la felicidad… es ya gustar aquí y en esta vida un poquito lo que el Señor nos va a conceder también en el cielo… A los jóvenes que tienen esa inquietud, que sean generosos, que merece la pena gastar y desgastar la vida por servir a Cristo… No es que sea un camino de rosas el seguimiento a Cristo… quizá podemos experimentar dificultades… Como sacerdote, en estos 19 años ha habido muchas cosas buenas, pero también… tantas cosas que en la vida el Señor permite para purificarnos, para probar nuestra fe, para que seamos siempre más fieles y más generosos… Pero el Señor da la gracia, la fuerza y la fortaleza para superarlas y para vencerlas… Confiar mucho en Él, preguntarle, hablar con Él, pedirle, decirle al Señor: 'Señor aquí me tienes haz de mi lo que quieras. Que se haga en mi según tu Palabra, que sea lo que Tú quieras'… Es una responsabilidad que tenemos todos: saber que es lo que Dios quiere de nosotros y una vez sabido poner los medios para realizarlo… Sepamos descubrir cuál es nuestro lugar en la Iglesia, cuál es nuestra vocación y si descubrimos qué es el sacerdocio, adelante... Y una cosa muy importante es tener al lado un buen director espiritual, un sacerdote que nos vaya guiando y orientando sobre todo en las dificultades, tentaciones y desánimos… Busquen siempre a Jesús, que lo busquen en el Sagrario… Él los está esperando y que en la Comunión, en la Eucaristía de cada día reciban esa fortaleza para santificarse cada uno en su trabajo y en el lugar donde Dios los ha puesto. Que Dios les bendiga a todos”.
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