2 oct 2010

Frío en las alturas y tarántulas en la ceja de selva


(...) Dejamos, pues, Chacapampa, camino de Huaychupata, otra comunidad situada en lo alto de la montaña, accesible solamente a pie. Ya nos esperaban “todos” (son quince familias) en su pequeña capilla. ¡Incluso habían hecho un pequeño arco de flores para recibirnos! Fue bastante emocionante. Nos quedamos allí poco tiempo, pero hubo ocasión para juegos, bautizos e incluso un matrimonio. El novio me regaló lo que tenía, una bufanda que él mismo había tejido artesanalmente. Yo le dejé un pequeño icono de la Virgen, que siempre suelo poner en mi altarcito de campaña, cuando celebro en la montaña.


Seguimos camino (siempre a pie, los doce, cargados con nuestras mochilas) hasta Pampahuite. Allí celebramos su fiesta patronal, San Cristóbal, y nos quedamos varios días. La gente estaba feliz y se forjaron buenas amistades con nuestros visitantes. Como allí hay electricidad, pudimos proyectarles una película de la vida de Jesús, doblada al quechua, que les encantó.

En las noches, nuestras compañeras se admiraban del cielo puro de los Andes y descubrían las “nuevas” constelaciones australes, desconocidas para casi todas. También aproveché para hablar mucho de todo con el P. José Luís y redescubrir el privilegio de tener cerca a un hermano sacerdote con quien intercambiar y contrastar ideas, sueños, preocupaciones. Y, como siempre, los más jóvenes felices con las actividades, juegos, canciones... que organizaron nuestras amigas.

Desde Pampahuite, otra dura caminata hasta Chuchauccasa y otras comunidades de la zona: Tambo, Payquiste y Paccayura. En cada lugar nos quedamos varios días conviviendo y compartiendo lo que teníamos y lo que nos ofrecían estas pobres gentes. En los lugares altos sufríamos del frío nocturno, y en los más cálidos de ceja de selva (Payquiste y Paccayura) nuestras compañeras se sorprendieron con los loros, mosquitos y... tarántulas que aparecieron en la escuelita donde descansaban. Pero siempre, lo más hermoso, ese conocimiento personal con el otro, ya no un desconocido potencialmente enemigo, sino un hermano con vivencias muy diferentes pero con un corazón abierto.

En Paccayura, ya nos vino a buscar la furgoneta de Saúl y nos llevó, tras semanas de misión, a las “comodidades” de Progreso: agua, electricidad, cama... Es lo que tantas veces te he contado: Una de las maravillas de trabajar en estos sitios es que aprendes a apreciar cosas que en otras circunstancias nos parecen evidentes, casi “debidas”: una ducha, una estufa en la noche, un colchón... Después de estos días, nuestros amigos y yo compartimos esos sencillos placeres que tantas otras veces nos pasan absolutamente desapercibidos. Incluso en la noche pusimos con los jóvenes en la casa una “vieja” película española, “la Gran Familia” (sí, la de Chencho perdido en la Plaza Mayor) en blanco y negro, que, acompañada de palomitas de maiz (pochoclos), nos hizo sentirnos más a gusto que en el mejor cine de la Gran Vía de Madrid (¿existen todavía?).







P. Jorge de Villar.

Continuará...
          __________

No hay comentarios:

Publicar un comentario