24 oct 2011

ESPIRITUALIDAD CATÓLICA. Crónica de un Congreso Mundial que ha dejado huella. I


P. Rafael Pérez. Hace un año, decidí realizar una visita a Mons. Dziwisz, actual Cardenal de Cracovia, quien fue durante cuarenta años secretario personal de Juan Pablo II, con el fin de conocer más detalles personales de la vida de Juan Pablo II para poder redactar una biografía de Su Santidad. Cuando llegué a Polonia me encontré con la sorpresa de que un grupo de personas estaban preparando el II Congreso Mundial de la Divina Misericordia, y tuve la oportunidad de asistir a un encuentro que el Cardenal ofreció a los organizadores del congreso. No era casualidad. La providencia de Dios había dispuesto que me encontrase allí.

El congreso quedó programado para el mes de octubre de 2011. Pasó el año y jamás pensé que podría participar en ese congreso, pues mis obligaciones en la parroquia de Madrid me superan. Pero la providencia de Dios nuevamente me salió al encuentro: un sacerdote amigo nos pidió que le acompañásemos al congreso. Al final él no pudo ir y yo me encontré allí, sin comerlo ni beberlo... Ha sido una semana llena de gracias donde he podido comprobar que Dios me esperaba allí para derramarlas sobre mí.

Aprovechando que el avión llegaba a Cracovia un día antes del congreso y salía un día después, me propuse sacar el máximo partido a esos días. Me dirigí al arzobispado de Cracovia y allí la secretaria me indicó muy amablemente todos los lugares relacionados con la vida de Juan Pablo II. Visité el seminario donde se formó, el lugar donde ejerció como obispo, actualmente convertido en museo, donde se exponen desde algunos de sus escritos autógrafos hasta su ropa de montaña y el kayak que utilizaba en sus excursiones por el río Vistula con sus jóvenes. También tuve el privilegio de visitar su capilla privada, testigo de sus largas horas de vida de oración. Esta capilla es utilizada actualmente por la comunidad de religiosas que le atendieron hasta su muerte, las religiosas de Madre de Dios de la Misericordia, a la que perteneció Santa Faustina, la santa de Jesús Misericordioso. Cuando estaba rezando en la capilla, se me acercó la secretaria del arzobispado y me indicó que al salir, me fijase en un relicario que había junto al presbiterio de la capilla. Al acabar mi oración me acerqué y vi con sorpresa que allí se conservaba un pomo de sangre del Papa. Era la sangre derramada en el fallido intento de asesinato que a punto estuvo de quitarle la vida, en el año 1981.

Me llamó poderosamente la atención ese hallazgo. Era sangre casi martirial, convertida en ofrenda para Dios junto al altar, donde diariamente Jesús se ofrece en sacrificio y vuelve a decir: “Este es el caliz de mi sangre que se derrama por vosotros…”. Dos sacrificios, el de Jesucristo, y el del Beato Juan Pablo II que se elevan al cielo para pagar por los pecados de la humanidad y alcanzar la bendición de Dios…

También pude fotografiar el pequeño altar en el castillo de Wawel, donde Jesucristo fue ofrecido por primera vez en sacrificio por manos del entonces recién ordenado sacerdote Karol Wojtyla (Lolek para los amigos).

Continuará...

P. Rafael Pérez.

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2 comentarios:

  1. Muy buenooo ¡Ponga fotos de los lugares que describe!

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  2. ME EMOCIONE AL LEER TODO LO Q VIVIO NUESTRO QUERIDO PADRE RAFAEL;EL VIO Y SINTIO LA DIVINA PROVIDENCIA!!!1 GRACIAS POR TRANSMITIRNOS ESTOS SENTIMIENTOS!!!!!!Y BUENO... SE NOS ACERCA OTRO LIBRO DEL PADRE RAFAEL....ESPERO Q ME TOQUE A MI GANARLO..JEJEJ NORMA BOSCO

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