9 mar 2012

ESPIRITUALIDAD CATÓLICA. En Cuaresma, Jesús nos lleva al desierto. III


P. Rafael Pérez. Un paso más allá de la tentación está el pecado. Es dejarse vencer por el peso halagador del mal. Cuando pecamos, necesitamos ser rescatados de esa mordedura mortal. Escuchemos la Palabra de Dios.

“Partieron del monte Hor, camino del mar de Suf, rodeando el territorio de Edom. El pueblo se impacientó por el camino. Y habló el pueblo contra Dios y contra Moisés: ¿Por qué nos habéis subido de Egipto para morir en el desierto? Pues no tenemos ni pan ni agua, y estamos hastiados de ese manjar miserable.» Envió entonces Dios contra el pueblo serpientes abrasadoras, que mordían al pueblo; y murió mucha gente de Israel. El pueblo fue a decirle a Moisés: «Hemos pecado por haber hablado contra Dios y contra ti. Intercede ante Dios para que aparte de nosotros las serpientes.» Moisés intercedió por el pueblo. Y dijo Dios a Moisés: «Hazte una serpiente abrasadora y ponla sobre un mástil. Todo el que haya sido mordido y la mire, vivirá.» Hizo Moisés una serpiente de bronce y la puso en un mástil. Y si una serpiente mordía a un hombre y éste miraba la serpiente de bronce, quedaba con vida”. (Num 21,4ss).

Continuará...

P. Rafael Pérez.
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