El joven Rafael ejerciendo el apostolado en la Asociación de la Medalla Milagrosa de las Hijas de la Caridad.
El 26 de septiembre de 1910 comenzó su labor docente, siendo en años sucesivos profesor de Latín, de Psicología, de Lógica y Griego, y ejerciendo el cargo de Director del Colegio de Nuestra Señora de las Angustias, de Guadix, además de explicar sus asignaturas en el Seminario. Ejerció los siguientes cargos:
- Vicerrector del Seminario de Guadix (1910).
- Director del Colegio de Segunda Enseñanza San Torcuato de Guadix (1910).
- Profesor del seminario de Guadix (1910).
- Canónigo de la Catedral de Guadix (1910).
- Canónigo de la Catedral Primada de Toledo (1917).
- Secretario del Arzobispado de Toledo, Sede Vacante (1919).
- Juez de Grados en las Facultades de Sagrada Teología y Derecho Canónico (1922). - Examinador prosinodal (1922).
- Profesor del Seminario de Toledo. - El 6 de julio de 1930 entró en la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo.
- El 3 de diciembre de 1930 tomó posesión de la dignidad de arcediano de la Catedral de Toledo.
En 1936 ocupa los cargos de canónigo arcediano de la Catedral de Toledo y Profesor de Moral en el Seminario Mayor. El 27 de julio había sido requerido de parte de la autoridad republicana para acompañar a unos milicianos a ver el Tesoro catedralicio, pues él era el depositario de las llaves. A los que entraron en el templo sin descubrirse les pidió que se descubrieran. Los republicanos tuvieron planeando el despojo total de la Catedral de Toledo, que llegaron a realizar, aunque milagrosamente no se consumó.
Don Rafael había sido elegido en 1930 Numerario de la Real Academia de las Bellas Artes y de Ciencias Históricas de Toledo.
La historia del archivo capitular de la Catedral de Toledo afirma que antes de 1936 el Siervo de Dios se encargó de realizar “una revisión profunda de los documentos del Archivo de Pergaminos llevada a cabo en solitario”.
Siervo de Dios Felipe Martínez Vega
La crónica del periódico El Alcázar del 29 de enero de 1941 afirma del Siervo de Dios Felipe Martínez Vega que “por imperativo impulso de su propio temperamento era efusivo, cordial. Nunca se le enfrentó enemigo ni aun entre los propios adversarios ideológicos, y fue por esto, tanto como por su natural diligencia y su entusiasta amor profesional, por lo que se le eligió secretario de la Asociación de la Prensa toledana. Pero era desde hacía muchos años redactor de “El Castellano”, esto es, confesionalmente católico y paladinamente español.
Felipe , ingenuamente confiado, quizá porque a través de sí mismo juzgaba del ambiente y de los hombres, fue el único que, impulsado por las circunstancias -extraordinarias en aquellos momentos de trágica excepcionalidad- salió a la calle, para él siempre amable y acogedora, colaboradora y amiga, y la calle, que eran unos hombres taimados, feroces, borrachos de vino y de sangre, cayó sobre él con todo el odio y toda la rabia acumulados en sus almas ruines contra el periódico y los periodistas que en el nombre de un Dios todo amor, y en servicio de una Patria toda generosidad y grandeza, se esforzaron abnegada y celosamente por elevar su condición al grado cristiano de dignidad humana, por la caridad y la justicia. Y cayó. Hoy, ante sus restos (se trata de la crónica de la definitiva exhumación en el cementerio de canónigos), el dolor de su muerte y el recuerdo de su vida y nuestras vidas, unidas en camaradería fraternal, agita con angustia el corazón en nuestros pechos, nos humedece los ojos y nos reseca los labios con ardor de fiebre”.
Don Luis Moreno Nieto en “Los mártires seglares de 1936 en Toledo” (Toledo 1998) escribe de don Felipe: “periodista batallador, reflejó en las páginas de “El Castellano”, del que era redactor, su espíritu infatigable y apostólico; con estilo franco y suelto emprendió múltiples campañas antimarxistas que labraron su sentencia de muerte”.
Publicado en Religión en Libertad
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