16 nov 2012

OPINIÓN. Amistad humana al servicio del Evangelio


Fray Tuk. El presidente de la Conferencia Episcopal del Ecuador, Antonio Arregui Yarza, centró su ponencia del Sínodo de los Obispos en la evangelización persona a persona, sin la cual "los obispos corremos el riesgo de perder humanidad y sensibilidad pastoral".


Conocía al arzobispo de Guayaquil por su apoyo a la construcción del gran santuario dedicado al Señor de la Divina Misericordia en su archidiócesis, uno de los templos más grandes de Ecuador. Sus reflexiones en el Sínodo de la Nueva Evangelización sobre la amistad del católico con Cristo, sobre las amistades de Cristo y de los discípulos, y sobre la evangelización "persona a persona", me parecen enriquecedoras. Por eso las recojo íntegramente permitiéndome, tan solo algún subrayado. Destaco simplemente la sinceridad y valentía de Arregui al hablar de la deshumanización y pérdida de sensibilidad pastoral de algunos obispos. Tentación que amenaza también a sacerdotes, consagrados, catequistas, y demás apóstoles, que pueden llegar a olvidar la dignidad del evangelizado, el cual debe responder libremente y en conciencia a la llamada de Cristo a una amistad íntima con Él y a una misión específica en la Iglesia, en base a los carismas que Él mismo le otorga, y que al pastor le toca discernir con escucha atenta y sumo respeto.

"El encuentro con Cristo reviste un caráter profundamente personal en firma de amistad. Los amigos son los destinatarios de la entrega redentora del Señor (Cf Jn 15,18), a quienes Jesús revela al Padre (Cf Jn, 15,15).

Jesús dedicó tiempo y apertura de corazón para cultivar fecundas amistades, con Juan y Andrés, con Marta, María y Lázaro... Sorprenden los frutos del diálogo apostólico personal y amistoso del Señor con personajes como Zaqueo, Nicodemo o la samaritana. Se comprende que los discipulos buscaran entre sus amistades previas a quienes proponer el descubrimiento del Mesías. Así lo experimentaron Natanael, Santiago de Zebedeo y el mismo Pedro.

El Papa Pablo VI decía que “además de la proclamación que podriamos llamar colectiva del Evangelio, conserva toda su validez e importancia esa otra transmisión de persona a persona” (Evangelii Nuntiandi 46). En la vivencia del carisma de San Josemaria Escrivá, he podido apreciar la fecundidad de la labor apostólica que convierte las amistades personales en servicio al Evangelio.

Los obispos corremos el riesgo de perder humanidad y sensibilidad pastoral, si otras tareas no dejan tiempo para tratos de amistad concreta".


Publicado en Certeza católica.
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