P. Roberto Visier. Es indudable que el siglo XX, en lo que se refiere a la espiritualidad católica, ha estado marcado por las intervenciones extraordinarias de la Virgen María. Primero en Lourdes, pues aunque las apariciones se enmarcan claramente en el siglo XIX adquirieron una mayor significación y más abundante afluencia de peregrinos en el siglo XX (Bernardette fue beatificada en 1925 y canonizada en 1930). Después las apariciones de Fátima que recorren todo el siglo hasta la beatificación de dos de los tres videntes (Francisco e Jacinta) y la revelación del famoso tercer secreto. El final de siglo y el inicio del nuevo milenio parecen estar también iluminados en alguna medida por el fervor que se respira en Medjugorje, las impresionantes conversiones y los miles de peregrinos. La Iglesia no ha aprobado la sobrenaturalidad de estas manifestaciones en Bosnia y es oportuna cierta cautela al respecto, pero no se puede negar que los frutos son abundantes. En muchas partes del mundo se dan otras supuestas apariciones de la Virgen menos conocidas, algunas aprobadas ya por los obispos diocesanos y con gran afluencia de fieles.
Todo ello no deja de ser una prueba de que Jesucristo quiere tener a su lado a su Madre en la obra de la salvación de la humanidad, sobre todo en estos tiempos turbulentos que nos ha tocado vivir: crisis moral, económica, política, social y también religiosa. Nos recuerda hasta qué punto necesitamos acudir a María, a través sobre todo del santo rosario, para vivir con una “luz mariana” este año de la fe que lo es también de la nueva evangelización.
Más allá de los auxilios extraordinarios que el cielo quiera enviar y que la Iglesia tiene la misión de discernir para evitar la desorientación de los fieles, sabemos que nos tenemos que agarrar a los medios ordinarios y fundamentales. Ciertamente, una búsqueda compulsiva de apariciones y milagros denota una fe débil y superficial.
Uno de los caminos privilegiados de la nueva evangelización son los medios de comunicación. Y es aquí donde la Virgen María ha vuelto a hacer, por los caminos ordinarios, algo extraordinario, como un milagro. Me refiero a RADIO MARÍA, que empezó a funcionar en los ochenta como el proyecto parroquial de un pequeño pueblo italiano de la provincia de Como, pero perteneciente a la inmensa diócesis milanesa, y hoy en día está presente en 60 países de los cinco continentes, con autonomía de funcionamiento pero con los mismos ideales: sin fines de lucro, sin publicidad, vive de los donativos de los bienhechores, colaboración de voluntarios, oración y difusión de la enseñanza de la Iglesia.
En España, mientras cierran multitud de radios y televisiones por la crisis, Radio María sigue creciendo sin prisa pero sin pausa, para placer de tantos oyentes que han encontrado la dulce compañía de María a través de las ondas de radio. Amas de casa, ancianos, profesionales del volante, católicos sedientos de profundizar en el conocimiento de la fe que en este año tan señalado podrán hacerlo a través de este medio al alcance de todos.
Desde el primer día de Octubre también he sido llamado a participar de este “milagro” mariano. En efecto, me han encomendado, junto con D. Mario Ortega Moya, la dirección del programa sobre el compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, que se transmite todos los días de 4 a 5 de la tarde. Será todo un reto hacer frente a un compromiso de estas características, pero contamos con el auxilio de la siempre Virgen María y sin duda nos sentimos privilegiados por pertenecer a esta gran familia y por poder ofrecer este servicio a la Iglesia en un año tan significativo; un servicio a la difusión de la fe de la Iglesia y por tanto a la nueva evangelización de España.
Más allá de los auxilios extraordinarios que el cielo quiera enviar y que la Iglesia tiene la misión de discernir para evitar la desorientación de los fieles, sabemos que nos tenemos que agarrar a los medios ordinarios y fundamentales. Ciertamente, una búsqueda compulsiva de apariciones y milagros denota una fe débil y superficial.
Uno de los caminos privilegiados de la nueva evangelización son los medios de comunicación. Y es aquí donde la Virgen María ha vuelto a hacer, por los caminos ordinarios, algo extraordinario, como un milagro. Me refiero a RADIO MARÍA, que empezó a funcionar en los ochenta como el proyecto parroquial de un pequeño pueblo italiano de la provincia de Como, pero perteneciente a la inmensa diócesis milanesa, y hoy en día está presente en 60 países de los cinco continentes, con autonomía de funcionamiento pero con los mismos ideales: sin fines de lucro, sin publicidad, vive de los donativos de los bienhechores, colaboración de voluntarios, oración y difusión de la enseñanza de la Iglesia.
En España, mientras cierran multitud de radios y televisiones por la crisis, Radio María sigue creciendo sin prisa pero sin pausa, para placer de tantos oyentes que han encontrado la dulce compañía de María a través de las ondas de radio. Amas de casa, ancianos, profesionales del volante, católicos sedientos de profundizar en el conocimiento de la fe que en este año tan señalado podrán hacerlo a través de este medio al alcance de todos.
Desde el primer día de Octubre también he sido llamado a participar de este “milagro” mariano. En efecto, me han encomendado, junto con D. Mario Ortega Moya, la dirección del programa sobre el compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, que se transmite todos los días de 4 a 5 de la tarde. Será todo un reto hacer frente a un compromiso de estas características, pero contamos con el auxilio de la siempre Virgen María y sin duda nos sentimos privilegiados por pertenecer a esta gran familia y por poder ofrecer este servicio a la Iglesia en un año tan significativo; un servicio a la difusión de la fe de la Iglesia y por tanto a la nueva evangelización de España.
P. Roberto Visier.
Publicado en Religión en Libertad.
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